Ver todos los libros de: Joan Margarit
Tu tambien puedes tener un cuerpo como el mio
Despues de centenares de poemas publicados, Joan Margarit nos ofrece un broche narrativo, un recorrido vital que llega hasta la primera juventud. La intencion que lo acompana es comprender por que determinados recuerdos siguen presentes, duros y luminosos, sin necesidad de acudir a ningun diario o album de familia. ?Por que la vida se construye de una manera y no de otra? ?Por que Joan Margarit ha escrito los poemas que ha escrito?
Para tener casa hay que ganar la guerra
2020 BIOGRAFIAS Y AUTOBIOGRAFIAS
Despues de centenares de poemas publicados, Joan Margarit nos ofrece un broche narrativo, un recorrido vital que llega hasta la primera juventud. La intencion que lo acompana es comprender por que determinados recuerdos siguen presentes, duros y luminosos, sin necesidad de acudir a ningun diario o album de familia. ?Por que la vida se construye de una manera y no de otra? ?Por que Joan Margarit ha escrito los poemas que ha escrito?
Joan Margarit (Sanauja, Cataluna, 1938) es el poeta vivo mas leido de la literatura catalana. Arquitecto y Catedratico de Calculo de Estructuras de la Escuela Tecnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En el ambito de las letras catalanas se le han concedido los galardones mas prestigiosos, como los premios Carles Riba en 1985 y el Premio Nacional de Literatura de la Generalitat de Catalunya en 2008. A nivel espanol, se le han concedido el Premio Nacional de Poesia y el Rosalia de Castro, ambos en 2008. Tugs in the Fog, la primera y extensa antologia de su obra en ingles, en version de Anna Crowe, obtuvo el Poetry Book Society Recommended Translation en 2007. En 2013 se le otorgo en Mexico el Premio Poetas del Mundo Latino, juntamente con el poeta mexicano Jose Emilio Pacheco. En 2017 recibio en Chile el Premio Iberoamericano de Poesia Pablo Neruda. El mejor consejo que cualquier maestro le diera alguna vez al poeta que yo intentaba ser se lo escuche --hablando de arquitectura-- a Jose Antonio Coderch: <
El nino aprendio a utilizar la soledad para hacer frente al dolor y al infortunio. Pero a la memoria hay que tratarla con dureza. Como he dicho en algun poema, desconfio del recuerdo, igual que desconfio del sexo, pero los dos me atan a la vida. Uno siempre recela de lo mas importante, esa es nuestra cobardia. Para escribir este libro --cuyo titulo coincide con un verso de <
Mi nacimiento tuvo lugar a no muchos kilometros de donde, hacia el oeste, se acababa de romper el frente de Aragon. Mas lejos, el direccion al sur, ya se preparaba la batalla del Ebro, con la que empezaria el avance final del ejercito nacional en Cataluna. El 26 de enero cayo Barcelona y el primero de abril terminaba la Guerra, con la derrota de la Republica. Tenia cuatro anos cuando los nazis aprobaron una ley que obligaba a asesinar a cualquier judio que encontraran vivo, sin importar donde lo encontraran. Y a los catorce lei en un diario la muerte de Stalin. Podria decirse que la unica suerte de los que nacimos en aquella epoca fue que, durante nuestra vida, ya no conoceriamos un pais mas triste y lobrego que aquel en el que abrimos los ojos. Ahora, pasados ochenta anos, cuarenta de los cuales bajo aquella dictadura militar, me sumerjo en los primeros anos de mi vida pasando con precaucion por unos lugares y hechos que, a pesar de no haberlos recordado o vivido directamente, al nino que fui le llegaron sus efectos de una manera tan rapida y directa a traves de la familia que son un fundamento del fundamento. De manera creciente al alcanzarme la senectud, ha aumentado la zona del recuerdo a la que va cubriendo ese velo translucido que solo deja pasar vagas luces y sombras, lo justo para que no se rompa la sensacion de continuidad. He ido perdiendo precision en los recuerdos menos necesarios, pero hay recuerdos que, por razones contrarias, se mantienen con mas intensidad. Es como si la debilidad de la edad aplicara todas las fuerzas de la memoria a velar por lo que es realmente importante, lo que aun significa algo. Tengo unos origenes que se situan en torno a los lugares de procedencia de mis dos abuelos y mis dos abuelas. Esto me llevara a escribir de La Cala en el caso de los abuelos maternos, de Sanauja para mi abuela paterna y del Valles al buscar el origen de mi abuelo paterno, de quien tengo menos referencias. En los dos primeros capitulos tratare, pues, del Delta del Ebro, de la Alta Segarra y de Castellbisbal, tres lugares donde, a veces con dureza, con sana incluso, comienza mi historia antes de que yo existiera. 1 El nombre perdido Pise por primera vez las tierras del Delta del Ebro cuando ya tenia nietos. Y no fui por ningun motivo remarcable.
?Por que me he sentido siempre tan lejos de mis origenes maternos? Convoco los nombres: La Cala, Tortosa, Tarragona. Tantas veces oyendola hablar de esos lugares con aquel acento cerrado que nunca perdio. Si algun vago sentimiento surge dentro de mi es el de una frialdad vecina al miedo. Tambien me ocurre algo parecido con Castellbisbal, de donde era el padre de mi padre. Dos lugares sobre los que el olfato sentimental ya desde muy pequeno me advertia de que lo mejor era no buscar nada por alli. El tercero de los origenes, la Sanauja de mi abuela paterna, ha sido la roca a la que, al arrastrarme la riada del tiempo, he podido agarrarme. De ahi que sea el lugar donde empieza mi vida recordada. Y, sin embargo, que siempre evitara pensar en ello no quiere decir que haya podido anular la influencia, poderosa quiza, de aquellos lugares y de aquellas personas sobre mi. Ahora que ya nadie, ni yo mismo, puede sospechar que el proposito al hablar del pasado mas lejano sea mejorar de alguna manera un manana con el que ya no cuento, puedo aventurarme en esta narracion. De mis visitas al Delta me quedo una sensacion de permanente presencia de aire y agua. El agua salada extendiendose hasta el horizonte, unida siempre a la luz de un cielo tan vasto como solo he visto desde el Teidvere; el agua dulce cruzando, inundando y moteando una tierra plana, que apenas sobresale de la linea del horizonte del agua. Campos de arroz de un verde rotundo y sensual, extensiones de plantas de unos verdes mas humildes y variados, con flores de sorprendente suavidad, una vegetacion elegante y resistente cubriendo todo el espacio, desde las grandes cienagas a la arena de las playas. Y poblando este escenario, las aves de colores brillantes y delicados, grandes como ciguenas o minusculas como petirrojos o chorlitos. Pero ahora imaginemos el Delta del ultimo tercio del siglo XIX y el primer tercio del XX, cuando ya estan ahi los imparables cambios estructurales. Ha sido una region fronteriza, con gente llegada de todas partes, con una alta mortalidad a causa del paludismo endemico.
Gente que ha vivido del pastoreo, la caza, la pesca o de actividades que van de la extraccion de sal, o sosa, hasta el comercio de sanguijuelas, pasando por el cultivo de los campos de arroz desde la apertura, en 1860, del canal de riego de la Derecha del Ebro. Mi abuelo todavia vivia en Tortosa, ciudad donde nacio. Si bien, todo apuntaba ya al otro canal, el de la Izquierda del rio, que pronto se construiria. Fue cuando el hombre joven que ya era mi abuelo decidio buscarse la vida y el futuro en La Cala, pueblo de toponimo duro y precioso por el que sus habitantes lo conocieron, al menos hasta la generacion de mi madre. Despues se impuso el actual nombre, Ametlla de Mar. Mi abuelo abrio alli una tienda que tenia un poco de todo, aunque primaban la ropa y los productos de farmacia, de ahi los nombres con los que popularmente se conocia el establecimiento: Cal Panyero o Cal Farmaciero. Se casara en La Cala con una muchacha procedente, tambien, de Tortosa. Y tendran seis hijos, cuatro chicas y dos chicos. El Canal de la Izquierda se termina curiosamente en 1912, el ano en que nace su hija menor: mi madre. En aquellas tierras ya ha empezado una revolucion economica que incluira la eliminacion del paludismo, su terror ancestral. Entre la inauguracion de los dos canales, la poblacion ha crecido de tres a cuatro mil personas, y es el pueblo de Cataluna que tiene la flota mas importante dedicada a la pesca del atun. La pareja formada por el abuelo Josep Consarnau Balfego y la abuela Trinidad Sabate Nivera se instala en la casa grande y blanca, de tres pisos, en cuyos bajos han abierto la tienda. Frente al puerto. Nunca nadie me conto de donde procedian las familias, pero se hace dificil no pensar en la relacion entre Consarnau y la poblacion bretona Concarneau teniendo en cuenta que durante siglos las migraciones francesas hacia Cataluna fueron frecuentes. Como ya he apuntado, en La Cala nacieron sus seis descendientes: la primera hija en 1892 y la quinta, Milagros, en 1902.
Mi madre llegaria diez anos despues. No entre nunca en aquella casa. Recuerdo vagamente haberla visto --pero ya no pertenecia a ningun miembro de nuestra familia-- mientras acompanaba a mi madre en el unico viaje que hice con ella. Siempre hablo con anoranza de su infancia, pero regreso muy pocas veces a su pueblo. Y de sus dos hermanos y dos hermanas vivos solo llegue a tratar a Milagros, durante un par de anos fugaces que duro la buena relacion entre ellas. Este enojarse que lleva bruscamente al olvido, cerrando las etapas conflictivas de un portazo, forman parte tambien de mi caracter: soy nieto de los paneros y farmacieros. Suelen ser cuestiones que no acostumbro a tratar con nadie, pero quienes me conocen saben que mi indiferencia es la actitud que disimula el rechazo insoportable de algun nudo sentimental que no se o no tengo la paciencia o la tolerancia necesaria para poder deshacer, y que termino cortando --o solo amenazo con hacerlo-- en seco. De aquella casa, que ya hace mucho tiempo que no existe, me llegan una limpieza y un orden que rayan peligrosamente con la violencia, pero que a la vez son responsables de una fortaleza imprescindible para la supervivencia como poeta. Una supervivencia de largo alcance que tiene mucho que ver con cuestiones que solo en apariencia estan lejos de la poesia, precipicios familiares, profesionales, sexuales, la fuerza para vivir con dos hijas muertas. Los poemas viven y surgen siempre entre cosas asi. Josep y Trinitat eran mas viejos que mis abuelos paternos, y no los recuerdo. Quiza por eso mi madre me hablaba de ellos siempre que podia, para compensar la ventaja abrumadora de la familia de mi padre, mucho mas reducida pero la unica presente en mi infancia. Las fotografias de Josep Consarnau muestran a un hombre tan convencido de lo que debia hacer en la vida como de lo que no. Quien sabe si de ahi procedia esa tristeza oculta que uno descubre al contemplar su retrato con atencion. Las fotografias de Trinitat Sabate son las de una mujer menuda, con unas gafas tambien pequenas y una cara seca y tensa, muy lejos de la sonrisa.
Eran gente adusta --<
Mi madre me llevo de visita a la checa cuando tenia tan solo unos meses para que me conociera. La hija consentida, convertida ya en una mujer angustiada, y su padre envejecido prematuramente y sin fuerzas. Los dos desarbolados por el huracan de la Guerra Civil. Soltaron a mi abuelo unos meses despues de aquella dramatica reunion familiar, pero murio enseguida. Resulta extrano no recordar un hecho tan terrible protagonizado por uno mismo. Llevo toda la vida dandole vueltas a este episodio y, de hecho, cuando aun existia aquella escuela --ahora ya solo queda la iglesia que estaba justo al lado-- alguna vez me acerque hasta alli expresamente. Me pregunto si aquel hombre, al ver a su hija pequena con una criatura que el no veria crecer, se llego a arrepentir del instante de violencia de su caracter. Ahora que soy mas viejo de lo que el era entonces, me doy cuenta de que tambien he sentido esa furia, ese pronto. Si ya no he estado a tiempo de evitarlo, siempre me he arrepentido y, a menudo, avergonzado. Y, sin embargo, en ocasiones, preso de esa alteracion de animo, he empezado a vislumbrar un poema. Mi madre era una mujer bajita. Solia repetir un proverbio catalan: <
Nunca creyo en nada que no se sustentara en las estructuras de autoridad moral en las que habia sido educada. Hasta el punto de que, para ella, la religion estaba al servicio de la moral, y no al reves. El desencuentro y el posterior distanciamiento con su hermana Milagros estuvieron relacionados con la herencia de aquel tio cura. A mis diez o doce anos hicieron las paces. Recuerdo haber pasado alguna tarde en la calle Calabria, en aquel piso grande y gelido en el que mi tia vivia con su marido, el piso donde habian detenido a mi abuelo durante la guerra. A su marido lo recuerdo tranquilo, gordo y cordial. Era violinista, aunque solo tocaba en la iglesia. Mi padre se reia de el, lo llamaba Il Tocatori de Milano. En cuanto a mi tia, tenia la misma vena implacable de mi madre, pero su dureza era una dureza en bruto, sin pulir. Quiza porque no tuvo hijos. Ademas de a mi tia Milagros, tambien conoci, pero muy de pasada, a uno de los hermanos de mi madre. Yo era un muchacho y fue una visita breve. Recuerdo que era un piso insalubre de la calle del Carme, al que se llegaba por una escalera terriblemente estrecha y oscura. Fuimos alli porque se estaba muriendo. Era poco mas que un esqueleto de piel palida tumbado en la cama.
A su lado, su mujer. Mas joven. Suspirando continuamente con tristeza pero conformidad. Una escena de Dostoievski. Mi relacion con aquella familia termina, en esa misma epoca, con un hijo de su otro hermano que se habia ido a Paris a trabajar de modisto y que, segun decia mi madre, <
El mar de La Cala se tenia de sangre en la gran fiesta anual de los atunes, acorralados en la Almadraba, bajo la mirada entusiasta de grandes y pequenos. De nina, mi madre no se la perdio nunca. Era el recuerdo mas resplandeciente y, a la vez, sobrecogedor de su infancia. Ella, que jamas se cuestiono lo que le habian ensenado, en un momento de debilidad --sus hijos ya eramos mayores y viviamos fuera de casa-- nos conto que nadie, ni siquiera su madre, le habia advertido sobre lo que iba a suceder en la noche de bodas, anadiendo con repentina dureza: <
Como muchas veces lloraba de impotencia ante aquella responsabilidad impuesta por su madre en un territorio, la cocina, donde la ternura de su padre no podia protegerla. Mi madre arrastro esas carencias afectivas a su propio nucleo familiar. Siempre tuvo dificultad para expresar afecto. Tenia una coleccion de gestos --apretarte con fuerza la mano, mirarte a los ojos mientras te dedicaba algun carinoso adjetivo, traerte un pequeno ramo de tomillo de algun sitio en el que antes habia estado contigo para que asi supieras que se habia acordado de ti o, ya de mayor, darle dinero casi a escondidas a sus nietos--, a pesar de los cuales, nunca logro mostrar su amor con naturalidad, siempre se notaba el esfuerzo que hacia, cuanto le costaba expresar sus sentimientos. Ahora me doy cuenta de lo desgraciada que debio de sentirse, sacrificandose y trabajando hasta la vejez, menos pendiente de si misma que del bienestar de su marido, su hijo y sus dos hijas. Con unos recursos que eran la antitesis de los de su suegra, mi otra abuela, una mujer que desde los doce anos se dedico a cuidar de los demas y de la que no conservo ningun momento digno de mencion: su afecto fluia como un rio, de forma natural pero imparable, sin esfuerzos concretos ni manifestaciones ejemplares. Siempre pense que existia una relacion directa entre el amor que te dan y el que recibes. Pero al reflexionar desde la senectud sobre la vida de mi madre, me doy cuenta de que este planteamiento es simplista, porque fueron muchas las veces que confundi su torpeza con desamor. Ella me quiso con toda su alma, por mas que no supiera expresarmelo. Y los dos sufrimos por ese motivo. Las circunstancias familiares y las constantes separaciones a las que nos obligo la guerra tampoco ayudaron. Me pregunto, ahora, si no sufro tambien esa carencia para expresar amor. ?No responde mi poesia a dicha dificultad para transmitir afecto? Tal vez el hecho de querernos sea menos natural de lo que nuestra cultura nos hace suponer. Me cuesta interpretar el mandamiento: <
Fuera de ese nucleo, el sentimiento se difumina hacia sinonimos de menos voltaje como amistad o afecto. Quiza el orden moral dice amor con la esperanza de alcanzar algun sinonimo que se le acerque, a pesar de quedar muy lejos. El moralista es siempre un desgraciado. La tranquilidad interior tiene mucho que ver con el amor que has recibido y con el que has sido capaz de dar en cada una de las particulares circunstancias en las que se ha ido desarrollando la vida. Y esto esta relacionado tambien con la poesia, con las razones que justifican la necesidad imperiosa de cualquier artista por crear. En el hecho poetico participan el poema, el poeta y el lector. Quien escribe el poema y quien lo lee son dos personas desconocidas, pero con una relacion silenciosa mucho mas intensa de la que tenemos con algunas personas cercanas. Es lo maximo que me he podido acercar a aquel <
Se prohibe mantener afectos desmedidos en la puerta de la pension
Para leer y descargar el libro "Para tener casa hay que ganar la guerra" puedes hacerlo gratis aquí.
libro para tener casa hay que ganar la guerra