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Un asesino tras la pantalla
El asesino del via crucis
General
Segun mi abuelo, en la epoca en la que nacieron el y su hermano, alla por la Segunda Republica, las mujeres ya se habian rebelado contra el hombre y todo lo que este representaba. Existia un grupo llamado Las Lilas, una manada de mujeres que se negaban a llevar faldas y sombreros. Un conjunto de muchachas que se oponian a que las llamaran damas. Estas senoritas de pelo largo, melenas trenzadas, pantalones y camisas de hombre, luchaban por los derechos igualitarios, por el sufragio femenino, por poder ir al banco sin el consentimiento previo del marido, por poder trabajar fuera de casa y porque las vidas del genero al que defendian no consistieran en las tres ces: creer, criar y callar. Los hombres de la epoca las preferian cristianas, creyentes y, a poder ser, de algun modo, criadas, de nuevo las tres ces. Las Lilas querian cambiar todo eso. Querian darle un sitio a la mujer, querian darle el beneficio de poder acostarse con quien quisiera, tanto si era un hombre como si era una mujer. Las Lilas eran cinco mujeres empoderadas, vestian camisetas lilas en las manifestaciones frente al Congreso con el lema <
No existia ni el machismo ni el micromachismo ni ninguno de estos calificativos que se le ponen a todo hoy en dia. Ella era asi, pero es que no sabia ser de otra manera porque en casa, en la calle, en el colegio le habian ensenado a ser asi. Le habian educado desde pequena a dedicarse a su marido, a aprender a hacer las comidas y a ocuparse a tiempo completo de los hijos que tuviera, porque los tenia que tener, una mujer sin hijos era una mujer incompleta o, peor, una fracasada. Los padres, los maestros o el cura de la iglesia le habian inculcado que la mujer no contesta al hombre ni se grita, se obedece y se agacha la cabeza. Le grabaron a fuego que los hombres tienen relaciones con las mujeres y viceversa, pero personas del mismo sexo nunca pueden dormir en la misma cama, porque <
Era muy tipico de el, era perfeccionista como el solo. Su casa era un museo. Claro que de la limpieza y el orden se encargaba siempre mi abuela, pero su despacho, !oh, su despacho!, aquello si era un santuario, y alli no entraba nadie mas que el. Cuando nacio mi padre, mi abuelo tenia la esperanza de que este fuera policia, pero tuvo que esperar a que fuera yo quien heredara su vocacion. El mismo dia que sali de la academia pude entrar en su guarida, y jamas, nunca, ni en mis suenos, podria haberme imaginado como era, a que olia o que guardaba en aquellas paredes que guardaban tantos secretos. Corria el ano 2006, me acababan de dar la placa, una pistola y una mesa en la comisaria de la Policia Nacional en El Puerto, en Santander, donde mi abuelo habia sido inspector jefe. Yo me sentia orgullosa, esa era mi vocacion, y lo habia heredado de mi abuelo. Recuerdo mirarlo embelesada cuando escuchaba sus batallas, el misterio en sus palabras cada vez que hablaba de su trabajo, como se le saltaban las lagrimas cada vez que atrapaban a un asesino y por fin podia darle paz a las familias de las victimas. Aunque lo llevara en la sangre y este trabajo fuera vocacional, la realidad era muy diferente; yo me habia hecho policia para resolver el caso que mi abuelo nunca pudo cerrar y por el que estuvo condenado a la miseria muchisimo tiempo. --Los familiares nunca pueden llegar a estar en paz cuando les han arrebatado a un ser querido --decia yo. --Hija, la unica esperanza para unos padres que han perdido a un hijo ya no es recuperar a este, sino que se haga justicia para el. Es curioso como el ser humano se acostumbra a todo en poco tiempo. Es tremendamente llamativo que, cuando una persona sufre una desgracia, cuando vive en sus propias carnes una tragedia, cuando le quitan sin piedad la vida a una persona que aman, que estiman o que aprecian, no quieren que otra persona viva lo mismo que ella y luchan por la causa. Cuando alguien sufre cancer y gana la batalla, este pasara muchos anos de su vida, si no todos, buscando la cura contra este, invirtiendo dinero en la ciencia, en investigaciones, para que, en un plazo de tiempo lo mas corto posible, las personas que luchan contra ese monstruo se curen, no se mueran. Cuando una mujer da a luz a un bebe prematuro y este se cria sin secuelas, sano, como un bebe nacido a termino, pasara sus dias aconsejando a las madres que se cuiden en el embarazo, dara dinero a los hospitales para que estos puedan costear las maquinas que mantienen con vida cuerpos tan pequenos.
Lo mismo pasa con los familiares de las victimas. Ellos nunca seran felices en su totalidad, siempre faltara alguien en la mesa en Navidad, siempre habra una silla vacia en cumpleanos. Pero tendran un lugar donde llevar flores y hablarle, aunque sea a un nicho. Te extranaria la facilidad con la que el ser humano se acostumbra a todo. Nunca te recuperas de la muerte de un familiar o de un amigo, pero vives con ello, y tu cerebro convierte el dolor en habito. Creo que ha llegado el momento de que bajes a mi despacho --solto sin que me lo esperase. Habia escuchado la frase que llevaba queriendo escuchar desde que decidiera que queria ser policia. Aquel dia habiamos comido todos en la casa de mis abuelos en Matalenas. Era una casa que mis abuelos habian heredado de los padres de mi abuela y habian reformado a su gusto. Habian echado abajo paredes convirtiendolas en ventanales con vistas a los acantilados. La casa era de lujo para aquella epoca, mi abuela tenia buen gusto por la decoracion y, aunque estaban lejos de la civilizacion, alli sentian que vivian en paz. Apenas tenian vecinos, a decir verdad, solo habia dos casas mas proximas a la suya, de dos de las personas mas ricas de Santander. Mi abuela preparaba osobuco con verduras y patatas mientras mi abuelo repetia la pena que le daba que su hijo no hubiera querido hacerse policia y que hubiera decidido ser abogado. --Yo senti paz, un marido policia lo podia soportar, pero un hijo no --decia mi abuela--. Dos pistolas en mi casa, no --apostillaba.
Con el cafe, mi abuelo decidio que ya era hora de bajar a su guarida. Mi madre sonreia y mi padre me daba una palmadita en la espalda. <
El Asesino Biblico
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