Ver todos los libros de: Natalie C. Parker
Las cosas que perdimos en el fuego
Cuando su familia es asesinada por el tirano Aric Athair y su sanguinario ejercito de Balas, Caledonia Styx decide trazar su propio rumbo en los mares y capitanear el Mors Navis con un grupo de chicas que tambien ha perdido a sus familias. Tienen una mision: sobrevivir y derribar la flota armada y acorazada de su peor enemigo.
Pero cuando la mejor amiga de Caledonia se salva de un ataque con la ayuda de un Bala desertor, Caledonia se cuestiona si debe permitirle formar parte de su tripulacion. Quiza el sea la clave para derrotar a Aric de una vez por todas.
?O SU PRESENCIA PONDRA EN PELIGRO TODO POR LO QUE TANTO HAN LUCHADO?
La noche del fuego
2019 ACCION Y AVENTURA JUVENIL
Caledonia rondaba por la proa de la nave Fantasma mientras esta partia el agua negra por la mitad. Era de noche y el oceano solo ofrecia el reflejo del cielo oscuro y la promesa de una tumba fria en sus profundidades. Rhona, su madre, estaba agachada a su lado, con un rifle afianzado sobre las rodillas, los ojos sondeando la pista de mar que tenian por delante. --El camino esta lleno de peligros, ?te das cuenta? --le dijo. Caledonia estudiaba las corrientes buscando senales de posibles rocas, barcos hundidos, remolinos inusuales y repentinos golpes de mar. Rhona era siempre la primera en vislumbrarlos, pero a Caledonia se le daba cada vez mejor. --Rocas --dijo Caledonia, y sin esperar a que le dieran permiso, se giro y aviso a su padre, que se encontraba en el puente de mando--: !Tres grados a babor! El morro de la Fantasma viro en direccion sur para evitar el inminente peligro. A ambos lados surgieron los contornos familiares de pequenas islas. Eran las aguas de la desembocadura del Bone, una serie de islas y salientes rocosos que apenas ofrecian refugio a los valientes que se atrevian a navegarlas. Eran traicioneras a la luz del dia e infranqueables por la noche, salvo para la madre de Caledonia, Rhona Styx, capitana de la Fantasma. Bajo su mando, se podian transitar como si fueran aguas cristalinas. A Rhona le gustaba recordarle a su hija que anos atras no era necesario proceder con tanta cautela. Cuando Rhona era una nina, navego por las corrientes frias del norte, mas alla de las imponentes Islas Rocosas, hasta llegar a la desembocadura del Bone sin correr mas peligro que alguna tormenta ocasional. Luego, de una forma gradual que pocos previeron hasta que ya fue demasiado tarde, un hombre llamado Aric Athair logro reunir una flota de barcos blindados y armados para robar y matar. Su flota de barcos Bala se desplegaba formando una cadena violenta a lo largo de la unica puerta de entrada y salida de esas inmensas aguas.
Cualquiera que estuviera en el lado equivocado de la famosa Red quedaba completamente a su merced. Despues de anos esquivando a Aric Athair y a sus Balas, y enfrentada a unos recursos cada vez mas limitados, Rhona decidio que era la hora de que su pequena banda perforase la Red. Pasaron meses buscando la mejor manera de hacerlo, estudiando los barcos Bala desde la distancia, y descubrieron que su punto debil era la punta de la desembocadura del Bone, que hasta los barcos de Aric preferian evitar. La nave Fantasma podia lograrlo, pero primero necesitaban alimentos --fruta, nueces y carne, si conseguian procurarsela-- y llenar las reservas pensando en los mares desconocidos que les esperaban. Aquella noche se reabastecieron, y la siguiente fue la ultima en que navegaron. --Preparate para ir a la orilla con tu hermano. --La melena roja de Rhona ondeaba hacia atras, luchando contra el viento. Un leve estremecimiento enderezo la espalda de Caledonia. Desde los seis anos se ofrecia voluntaria para encargarse de las incursiones a la orilla, pero su madre no le habia asignado la tarea hasta ese ultimo ano. A pesar de que Caledonia valoraba la confianza que su madre depositaba en ella para estas expediciones largas y oscuras, sabia que su hermano las odiaba. Se pasaba la noche entera aterrorizado en la costa, tan lejos de la seguridad que le proporcionaba la Fantasma. --Deja que me lleve a Piscis. --Caledonia se puso en pie y siguio a su madre--. Formamos un buen equipo. Ademas, Donnally es demasiado joven para ir a la orilla.
Solo tiene doce vueltas. Rhona solto su risa de oso pardo. --?Lo sabes por experiencia? Caledonia se imagino los ojos de Donnally cerrados por el miedo, su boca comprimida formando una raya estoica, tratando de no decepcionar a su madre. --Si --respondio. --Cala, tu hermano solo aprendera a tu lado --dijo Rhona suspirando, aunque sin beligerancia. Madre e hija rodearon el puente de mando y, una despues de la otra, bajaron por la escalerilla que llevaba a la cubierta inferior. Hasta en la oscuridad sin luna se orientaban perfectamente por la Fantasma. La nave se habia convertido en un refugio para las familias que trataban de escapar del yugo de Aric. Al crecer el numero de familias, habia que transformar a diario cada centimetro de la nave, y asi los mastiles servian tanto para sujetar las velas como para tender ropa, los comedores pasaban a ser dormitorios, e incluso en la cubierta se amontonaban los lechos de flores y habia dos corrales con cabras. Aunque decenas de hombres y mujeres se encontraban a esa hora en la cubierta principal, la mayoria de la tripulacion dormia en las pequenas cabinas de debajo. Habia puestos de vigilancia en la proa, en la popa y en la cofa de vigia a pesar de que, por la noche, en la desembocadura del Bone, la Fantasma nunca se habia cruzado con uno de los barcos Bala de Aric. Los Balas eran valientes y despiadados, pero la mayoria carecian del talento para la navegacion de Rhona. Caledonia espiaba a su hermano, agazapado detras de uno de los cuatro mastiles que adornaban la linea central de la nave, con un abrigo demasiado grande, abombado como una nube gris. Tenia el pelo moreno como su padre, la complexion palida de su madre y una nariz respingona que le hacia parecer siempre sorprendido. El tatuaje de una flecha de punta roma, medio coloreado con tinta negra, asomaba por debajo de sus rizos.
Caledonia tenia uno parecido dibujado en la sien. Era una tradicion de la Fantasma que los padres marcaran a sus hijos con signos distintivos por si eran capturados. Algun dia, esa marca tal vez les ayudaria a encontrar a sus familias. --Me lo llevare la proxima vez. Caledonia se sentia culpable. Su madre tenia razon. La unica forma de preparar a Donnally para el mundo era llevandole de la mano, pero a veces temia por su hermano pequeno. El ligero destello en los ojos de su madre indicaba que a ella le pasaba lo mismo. --!Donnally! --exclamo Rhona-- !Levanta la mirada, hijo! Donnally se sobresalto y se puso en pie como un cohete, desmanado, antes de divisar a su madre y a su hermana. Camino fatigosamente por la cubierta, reticente, el pelo negro cayendo sobre sus ojos. Cuando pregunto <>, lo hizo con unas facciones entrenadas para la ocasion. Pero un atisbo de tension en su voz le delataba. --Si, pero de esta te vas a librar. Cala se llevara a Pi, o sea que os quiero a ti y a Ares en el puesto de vigilancia. ?Entendido? --Rhona senalo la cofa de vigia.
Donnally asintio con entusiasmo. --Entendido --respondio mientras sonreia agradecido a Caledonia. Rhona tomo a su hija entre sus brazos y le planto un beso en la frente. --Cumple con tu mision. --Y regresa a la nave --termino Caledonia. Cuando echaron el ancla cerca de una isla a la que llamaban Gem, Caledonia y Piscis estaban listas para partir. Subieron a un bote con arneses sujetos al casco de la Fantasma y lo bajaron al agua como habian hecho tantas otras veces. Remando a gran velocidad cubrieron la distancia entre la Fantasma y la isla. Piscis habia crecido y ahora era algunos centimetros mas alta que Caledonia. Debido a su altura, nunca parecia tener miedo. Piscis tenia los hombros anchos y fuertes, la piel de un tono dorado calido, y llevaba el pelo recogido en cuatro largas trenzas. Mientras remaban, su mirada estaba llena de emocion, pensando en la isla y el botin que escondia. Caledonia, por su parte, estaba pendiente del oceano negro. --Esto esta demasiado tranquilo. No me gusta --dijo Caledonia.
Piscis respiro profundamente y devolvio una sonrisa a su amiga. --Si, es relajante. Como estar bajo el agua a tanta profundidad que ya no se ve la superficie. --A eso se le llama ahogarse. Solo a ti se te ocurriria encontrar eso relajante. Piscis se rio en silencio para no descentrar aun mas a Caledonia. Juntas amarraron el bote en una cala resguardada y lo escondieron entre unas hierbas altas. Las chicas se separaron para ser mas eficientes tras acordar reunirse en la cala cuando hubiesen llenado los sacos. El sendero que bordeaba la orilla era estrecho, y el oceano estaba tan oscuro y casi tan plano como el cielo de aquella noche. Caledonia avanzaba por los limites rocosos del bosque apinando cocos, platanos y yacas caidos en los sacos de lona que cargaba a sus espaldas. Habia tal cantidad que podia permitirse escoger, aunque, cuanta mas fruta cogiera, mas tiempo podrian navegar. Nadie sabia lo que les esperaba mas alla de la Red. Era posible que tuviesen que navegar durante dias, o meses, y tenian que estar preparados frente a diversas situaciones. Se decia que pasada la Red habia mares abiertos y poblados donde los ninos no estaban sometidos a las ordenes de un tirano. Era un mundo que Caledonia no podia imaginar.
La marea estaba baja y las olas perezosas balbuceaban y seseaban en su ir y venir. Dejaban a su paso una estela de arena que brillaba gracias a los caparazones nacarados de los cangrejos cavadores y a las espaldas escurridizas de las medusas varadas en la playa. Detras de Caledonia se oyeron pasos, fuertes y apresurados. El corazon de Caledonia se disparo, sus manos tartamudearon sobre la cinta de uno de los sacos de lona, e instintivamente se puso de cuclillas entre la espesura de las plantas. No habian avistado otros barcos desde hacia millas. Los pasos tenian que ser de Piscis. Seguro. Pero su cadencia no evocaba la imagen de Piscis al correr, con sus trenzas largas y negras revoloteando. Las reglas de la Fantasma imperaban incluso lejos de la nave. Numero uno: No ser visto nunca. Caledonia se sosego, coloco los pies en posicion y se quito de encima un saco lleno de fruta. Estaba lista para correr. Lista para luchar. Los pasos sonaban cada vez mas fuertes y mas cercanos. Aparecio una figura oscura: alta, musculosa, viril.
En lugar de pasar de largo, como esperaba Caledonia, se detuvo a pocos pasos de su escondite. Era un chico, con la piel fina bronceada y resbaladiza por el sudor, el chaleco y los pantalones forrados con pistolas y cartuchos de municiones. Sus biceps estaban marcados por una cicatriz que incluso en la oscuridad parecia de un color naranja brillante, saturada por el Limo que tenia en la sangre. Era un Bala, un soldado del ejercito de Aric Athair. Aric reclutaba a ninos y desmantelaba familias para construir su imperio. Las familias rebeldes como la de Caledonia se hicieron a la mar para no ver como les robaban a sus hijos y los transformaban en soldados. Este Bala no era mucho mayor que Caledonia: tenia diecisiete vueltas a lo sumo, pero la marca en su biceps significaba que ya habia matado a las ordenes de Aric. Caledonia olio la sal de su sudor, el pellizco intenso de la polvora y un aroma dulce e irreconocible. Se estremecio. El chico no la vio, no parecio darse cuenta de que estaba tan cerca, agazapada, con los dedos desenfundando lentamente la pistola. En su lugar, hizo lo mismo que ella habia estado haciendo hasta entonces. Se arrodillo y empezo a recoger fruta. Nunca habia visto a un Bala de tan cerca. Sus padres habian hecho todo lo posible por mantener la Fantasma lo mas lejos posible de la flota de Aric. A lo largo de los anos habian dejado atras a decenas de barcos Bala y recogido decenas de familias de otros barcos y de asentamientos remotos, al tiempo que se mantenian fuera del alcance de sus enemigos.
Regla numero dos: Disparar primero. Tenia la pistola en la mano, el dedo enroscado en torno al gatillo. Cuando el chico le dio la espalda y se arrodillo para inspeccionar un coco, Caledonia lo tenia todo a su favor. Solo iba a necesitar una bala. Levanto la pistola y salio silenciosamente de su escondite. El chico se quedo helado y dejo caer el coco mientras levantaba las manos. --Quienquiera que seas, me rindo --dijo. Caledonia no respondio; tenia la garganta tensa mientras calibraba si la mejor opcion era disparar. --?Serviria de algo pedirte que no dispares? --pregunto el chico, mirando hacia delante con los ojos clavados en el oceano--. ?Y si te suplicara clemencia? --Matarte ya seria un acto de clemencia --le advirtio al Bala. --Puede ser --respondio con voz lastimera y resignada--. Al menos deja que te vea la cara si vas a matarme. El pulso de Caledonia se acelero. No tenia tiempo para estos juegos. Alli donde habia un Bala habia muchos mas.
Tenia que encontrar a Piscis y regresar a la nave, y tenia que hacerlo ya. <
Las mejillas de Caledonia se enardecieron. --?Donde esta el resto de tu tripulacion? --?Puedo senalar? Caledonia asintio y el chico senalo en la direccion por la que habia llegado. --La nave esta anclada en el extremo norte de la isla. Hemos parado para venir a buscar fruta. --?Solamente una nave? --pregunto Caledonia. --Si --respondio--. Nos dirigiamos a la Red y hemos decidido pasar la noche aqui. Hay mala luna para viajar. Podia estar mintiendo --probablemente lo hacia--, pero tan lejos como estaba del Holster era posible tambien que dijera la verdad. Una nave en el lado opuesto de la isla no era una amenaza tan grande siempre que Piscis y ella regresaran de inmediato a la Fantasma. Pero tenia que hacer algo con este Bala. --?Como te llamas? --le pregunto. El chico parecia empequenecerse bajo el peso de la pregunta. --?Que mas da si vas a matarme? --Es verdad, da igual. --El dedo de Caledonia volvio a encontrar el gatillo, y nuevamente se quedo ahi, bloqueado.
Una sonrisa triste hizo que los labios del chico se torcieran. --Lir. Me llamo Lir. E imagino que seras la ultima persona en saberlo. Estaba listo para morir. Y era tan joven. ?Era lo suficientemente joven como para que le perdonaran la vida? Decian que los ninos de Aric no tardaban en sucumbir a la atraccion ilusoria del Limo. La adiccion hacia que los Balas fueran leales y crueles. Tambien se decia que tropezarse con un Bala solo puede terminar de dos maneras: o mueres tu o muere el. <
Sea como sea tu vida, seguro que es mejor que la que nos obliga a llevar el. Por favor, ayudame. Precisamente por esta razon la primera regla era disparar primero y no disparar lo antes posible o disparar cuando sientas que estas listo. Lir queria escapar desesperadamente. Lir no le habia hecho dano. Lir podia ser el hermano de alguien. Si hubiese sido Donnally en otra playa con otra chica apuntandole a la cabeza, ?no hubiese querido que le ayudaran? --Levantate --dijo Caledonia, bajando la pistola hasta apuntar al pecho. Lir obedecio y su expresion se suavizo al ver que ella se le acercaba y sacaba seis pistolas y dos cuchillos de las fundas repartidas por los muslos, las pantorrillas y la espalda. De cerca ese olor a polvora se acentuaba y se mezclaba con un pellizco de algo demasiado dulce. Mantenia los brazos levantados mientras ella hacia su trabajo, registrando con la mirada cada lugar en el que ella le tocaba. --Por favor --repetia--. Nunca tendre una oportunidad como esta. Por favor, ayudame. El oceano se precipitaba hacia ellos para luego retirarse, las olas aceleradas al subir la marea. Era la misma marea que se llevaria a todas las familias a bordo de la Fantasma lejos de esa terrible vida que convertia a los ninos en guerreros y que hacia que alguien como Lir suplicase en una playa vacia, en medio de una noche sin luna.
Podia ayudarle. Y queria ayudarle, pero iba en contra de todo aquello que su madre le habia ensenado. Nego con la cabeza y presiono la boca de la pistola contra el pecho de Lir. La desesperacion del chico afloro en la curva tremula de su boca. --?Como te llamas? No era ningun secreto, pero aun asi Caledonia fruncio el ceno, eludiendo la pregunta. La sonrisa del chico se volvio triste. --?Y si te llamo Farolillo? Parece apropiado. Sus ojos se levantaron para delinear la forma de su cabello. La sonrisa que dibujaban sus labios la sorprendio. No era la primera vez que alguien comparaba el color naranja brillante de su pelo con los farolillos, pero era la primera vez que se tomaba la comparacion como un cumplido. --Llamame como quieras --respondio ella--. No voy a decirte mi nombre. --No te fias de mi. Y es logico, pero te voy a demostrar que puedes hacerlo. El dedo de Caledonia aprisionaba el gatillo mientras el chico deslizaba una mano dentro de su chaleco para sacar un punal.
La empunadura era tan pequena que toda ella cabia en su mano, mientras que la hoja negra asomaba por en medio de los dedos indice y corazon. Se lo acerco con la empunadura por delante en el poco espacio que habia entre ellos. Caledonia se lo arranco de las manos, noto el metal caliente por el contacto con su cuerpo, y se lo metio en el cinto. --?Merezco ahora un poco de confianza, Farolillo? Echaba en falta la sabiduria de su madre. Rhona sabria que hacer en una situacion como esta. Sabria hacer lo correcto, aunque ello supusiera correr algun peligro. Pero Caledonia solo podia recurrir a si misma. --Nadie confia en un Bala --respondio--. Pero quizas pueda ayudarte. --?Vas a llevarme con tu gente? --sonrio Lir con tristeza, como si supiera la respuesta de antemano. Regla numero tres: No revelar nunca la existencia de la nave. --No --dijo con determinacion--. Pero no voy a matarte. Lir inclino la cabeza, la valentia de su rostro transformada en decepcion. Incluso en la oscuridad de la noche Caledonia podia ver que su mandibula estaba tallada con barro y viejas cicatrices.
Los ojos le brillaban a media luz, y la boca se le quedo rigida. El destello de esperanza que Caledonia habia advertido hacia un instante se habia convertido en resignacion. Cuando, a continuacion, hablo, su voz estaba vacia. --Deberias marcharte. Regresa a tu nave. Sal de aqui. Yo me escondere o me morire, pero lo hare siguiendo mi destino. Miro en direccion a la Fantasma, deseando que todo fuera tan facil como llevarse a Lir con ella. Lir estudio su mirada y se volvio tan adusto y frio como la pistola que ella tenia en sus manos. --?Sabes como llamamos a esta luna? --pregunto. --Esta noche no hay luna --respondio Caledonia. --Es la luna naciente --dijo despues de un momento de silencio, sin rastro de aquella triste resignacion--. Es un tiempo de potencial y crecimiento. Un augurio de lo que esta por venir. Toco su mejilla y Caledonia, bajando el brazo, resoplo.
Una mano se deslizaba entre sus cabellos, una chispa de fuego placentero salia de esos dedos al rozarla. --Es la luna de los comienzos y los finales. --En su voz habia una astucia maliciosa. Era demasiado tarde. Sabia que si se habia dejado un punal bien podia haberse dejado otro. Los dedos estrujaron su cabello. Una sonrisa satisfecha aparecio dibujada en sus labios. Y entonces hundio el punal en sus entranas. Lir sujeto la parte posterior de su cabeza. Se aferraba a su cuerpo, mientras la sangre caliente se desparramaba por el estomago. Las rodillas cedieron y la pistola dio un golpe seco al caer al suelo. --Gracias por tu clemencia, Farolillo --susurro, acompanando el cuerpo suavemente hasta la arena. Caledonia sentia nauseas por culpa de un dolor que le quemaba por todo el cuerpo. --Y gracias tambien por tu nave. Caledonia gritaba y luchaba por no desmayarse.
Si la oian desde el barco, tal vez podrian escapar. Se apreto la herida y noto que tenia arena en la cara, aspereza en los labios. Sabia que por ahi rondaba el dolor, pero lo unico que sentia era panico. Tenia que levantarse, encontrar a Piscis y alertar a la nave. Volvio a gritar. Pasos. Esta vez los reconocio: eran de Lir, que se apresuraba para avisar al equipo de Balas que acabarian abriendo fuego contra su familia. Busco su pistola a tientas por la arena hasta encontrarla, y entonces disparo tres veces al aire. Incluso errando el tiro, los disparos habrian resonado por toda la isla. Su familia habria recibido la alerta. Podrian escapar y, siempre que obedecieran las reglas, era exactamente eso lo que pasaria. La nausea se suavizo hasta convertirse en un extrano entumecimiento. Todavia tenia clavado el punal. Un regalo de despedida que a la postre acabaria salvandola. Se puso en pie lentamente, sosteniendo el cuchillo en esa posicion para contener la hemorragia, y tambaleandose se dirigio a la cala donde estaba el bote, con la mente puesta en facilitar la huida de la Fantasma.
--!Cala! --Piscis emergio de entre los arboles, sus largas trenzas balanceandose como si fueran cuerdas--. !Oh, aguanta, Cala! --Balas. --Caledonia apenas pudo articular palabra antes de caer sobre sus rodillas--. Hay que darse prisa. Piscis asintio con gravedad y arranco una larga tira de su camiseta. El punal dolio aun mas al salir. Piscis actuo con rapidez, cerrando el vendaje sobre la herida antes de colocar la cabeza por debajo del brazo de Caledonia para ayudar a su amiga a ponerse en pie. Juntas, las chicas atravesaron el bosque como pudieron, tomando el camino mas corto para llegar lo antes posible al pequeno bote que las esperaba. Caledonia intento correr, pero a cada paso sentia que sus piernas flaqueaban y que le faltaba aire en los pulmones. Sus entranas le quemaban con solo moverse. Las espinas de las plantas se les clavaban en las piernas y en los brazos como garras, dejando surcos de sangre en la piel. El espesor de la vegetacion ralentizaba aun mas su avance. Antes de volver a ver el oceano entre las ramas de los arboles, el sonido de los disparos rasgo el aire. Ninguna de las dos hablo hasta que llegaron a la cala. El bote estaba todavia ahi, meciendose con el movimiento de la marea al subir.
Pero en aquel instante un barco Bala iluminado se acercaba al lugar donde fondeaba la Fantasma. Era un buque de asalto con la proa afilada y ranuras a lo largo del casco en las que se cobijaban Balas con bombas magnetizadas. La Fantasma trato de levar el ancla y huir, pero ya tenia el buque de asalto encima. Las bombas planeaban sobre el canal de agua que habia entre las naves, cada vez mas estrecho. Las explosiones desgarraban el aire mientras los misiles explotaban contra la Fantasma, destripandola al tiempo que el aire entraba en los pulmones de Caledonia cada vez con mayor dificultad. Las llamas se derramaban por los boquetes abiertos en el costado del casco. Aquello era todo lo que las chicas habian aprendido a temer y a evitar. Sus padres se habian pasado la vida intentando protegerlas de escenas como esa. Y Caledonia les habia llevado la desgracia a su puerta. Los gritos reemplazaron el sonido de los disparos. Caledonia iba dando tumbos, tratando de superar el dolor y de meterse en las aguas poco profundas. Por un momento consiguio avanzar, resuelta a nadar, pero su cuerpo vacilo y acabo clamando al cielo, derrotada. Sus pies se hundieron en la arena, la sal le quemaba las entranas, y Piscis la agarro por los hombros para devolverla a la orilla. --!Caledonia, no! --grito. Las dos chicas no podian hacer otra cosa que ser testigos de lo que estaba pasando.
Nadie se salvaria. Duro menos de quince minutos. El sol despuntaba. Los gritos y disparos palidecian.
.
Fuego rojo
Para leer y descargar el libro "Mar de fuego" puedes hacerlo gratis aquí.
libro mar de fuego