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Lidia
Lidia nacio en una lluviosa madrugada de noviembre.
Llego al mundo con una percepcion pocas veces vista, algo heredado de una parte de su familia que le permitio presentir los eventos mas importantes de su vida. Crecio rodeada de susurros y sombras escurridizas: esas cosas que vienen de otro plano y solo asoman para unos pocos. Vivio acosada por algo agazapado en la penumbra de su dormitorio, algo a lo que durante mucho tiempo no le encontro explicacion y que termino por incorporar a sus dias con resignacion y acostumbramiento. Experimento el amor, la pasion, la soledad y el temor con una intensidad inquietante, hasta que finalmente la vida le develo los misterios que abrazaban su existencia y se suavizo el dolor, ese que siempre habia llevado clavado en el alma.
Esta es su historia.
Descubrela.
2019 ROMANTICA
Lidia nacio en noviembre, en medio de una madrugada de relampagos y granizos incesante. Su nacimiento se produjo en el propio hogar, una casa de estilo victoriano ubicada al final de una callecita zigzagueante de un pueblo antiguo llamado El Ceibal. Tal decision fue tomada por la madre, y el padre en comun acuerdo. Catalina dijo que se sentiria mas segura en la casa y Maximo corrio a ultimar todos los preparativos para volver los deseos de su esposa realidad. Se equipo el dormitorio matrimonial de todo lo necesario y se contrato a la mejor partera y demas profesionales de la salud requeridos en estos casos. Se lleno el lugar de floreros con lirios --la flor preferida de la futura madre-- y se bajaron un poco las persianas, para evitar el golpe del granizo contra los cristales. Durante todo el trabajo de parto el vendaval se dejo sentir en su maxima expresion: se sacudian los vidrios y el viento azotaba con ferocidad el tejado. Catalina pujo a los gritos por un tiempo que al esposo le parecio una eternidad; parecia que la criatura no queria salir. La partera no dejaba de repetir que no se rindiera, que ya estaban a un paso, pero Catalina siempre habia sido temerosa y esa noche en especial sentia todo terrorifico. Los ojos de Maximo iban de entre las piernas de su mujer al rostro tenso de quien la asistia, que miraba fijamente sin ver siquiera la cabecita del bebe asomada. Finalmente el milagro ocurrio, a las tres de la madrugada en punto. La criatura salio y no lloro, a pesar del corte del cordon umbilical. Lograron, tras algunas maniobras comunes en estos casos, estabilizarla y producir en ella el llanto. Despues se la coloco en el pecho de la madre, que vio con lagrimas en los ojos que se trataba de una nina. --?Como se llamara? --pregunto la partera al tiempo que cubria el cuerpo de la pequena con una manta inmaculadamente blanca.
Maximo y Catalina se miraron. Ella suspiro. Ni siquiera tenia fuerzas para emitir palabra. Fue el quien hablo, con la voz entrecortada por la emocion: --Se llamara Lidia. * * * --Mama, despierta. Maximo sacudio el hombro de su madre, que dormia boca abajo entre mantas y frazadas, con la cabeza canosa apenas visible entre las almohadas. Debio llamarla un par de veces mas, repetir el movimiento de la mano sobre su hombro de piel y hueso, hasta lograr que Joaquina abriera los ojos y se volviera hacia el. La mujer lo observo como quien no entiende la situacion, al principio inclusive le costo reconocerlo. Maximo estaba envuelto por las sombras de pie junto a la cama y parecia mas bien una aparicion fantasmagorica. --?Eres tu? --balbuceo ella-- ?Que hora es? ?Que pasa? Maximo sacudio la cabeza, como restando importancia a tales preguntas. Le resultaba muy dificil contener el entusiasmo y sentia la necesidad de gritar, saltar, batir palmas. Ya amanecia. Los debiles rayos de un sol que habia logrado vencer a la tormenta chocaban contra la persiana baja del dormitorio de su madre. Parecia que ese dia seria caluroso, con temperaturas que a una anciana como Joaquina le costaria soportar. --Levantate, mama, porque te espera la mejor sorpresa de tu vida.
Ella, que hasta ese momento tenia los ojos entrecerrados, levanto del todo los parpados y dejo en evidencia un par de ojos oscuros como la mismisima noche. Parpadeo, intentando acomodar las palabras de su hijo en la mente. Hasta que comprendio, y el corazon le dio un sacudon en el pecho. --!Es la criatura! --grito intentando incorporarse en la cama-- Ya ha nacido, ?verdad? --!Si, mama, ya ha nacido! Ven, que te ayudo. --Dime que es, dime si es nina o nino. ?Como ha sido el parto? ?Como esta Catalina? ?Ha resultado todo como lo esperaban? Mientras formulaba las preguntas, Joaquina se sento al borde del colchon, estiro las piernas e intento pararse sobre las pantuflas que la esperaban al costado de la cama, todo esto con la ayuda de la mano de su hijo, que sostenia su brazo escualido. Cuando logro deslizar los pies dentro del calzado mullido, se puso de pie, atrajo a Maximo contra su pecho y lo rodeo con los brazos. El hombre se dejo besar, tocar y estrujar, cerrando los ojos y conteniendo las lagrimas. Habia cierta resistencia en la familia a expresar los sentimientos, siempre habia ocurrido asi, tal fue el motivo por el que Maximo se contuvo y no dejo que la emocion asomara, mientras, su madre lo mantenia apretado contra su cuerpo. --Eres padre al fin --le dijo ella palmeandole la nuca--. Es nina, ?verdad? Es una hermosa nina parecida a ti, ?no es cierto? Maximo se aparto de ella para mirarla a los ojos. Joaquina brillaba a traves de las pupilas. --?Como lo sabes? --?Como lo se? --dijo ella y sonrio, mostrando todos sus dientes impecables. Maximo se encogio de hombros y tambien sonrio. Acomodando un bucle blanco detras de la oreja de su madre, dijo: --Su nombre es Lidia.
?Te gusta? Joaquina desvio la mirada hacia la ventana. De repente se mostro pensativa. --Lidia --repitio. Pronuncio el nombre con cuidado y delicadeza. Movio los labios despues como si estuviera disfrutando el sabor de un bocado hasta ese instante desconocido. --Lo eligio Catalina y a mi me parecio agradable. Vaya uno a saber de donde lo saco, pero suena bien, ?no es cierto? --Lidia Brunozzo. Si, me gusta. Me hace pensar en algo lleno de misterio, pero no le hagas caso a esta vieja loca, que siempre ve cosas que a ti no te interesa ver. Maximo arqueo las cejas ante este ultimo comentario de su madre. No dejaban de sorprenderlo sus reacciones, por momentos tan poco comunes y tan poco esperadas. Joaquina siempre habia sido la integrante exotica de la familia, alguien con el que uno debia aprender a lidiar. --Dejame verla, dejame conocer a Lidia. Si la madre duerme, no molestare. Apenas me oiran entrar, te lo prometo.
--Es que justamente vine a buscarte por eso, mama. Catalina no duerme. Esta amamantandola. Vamos a verlas. Catalina me ha pedido que venga a buscarte. * * * La flamante madre estaba sentada en la cama, con una manta hasta la cintura y a su hija entre los brazos, profundamente dormida. La nina, robusta y de buen color, no habia tenido problema en prenderse a su pecho y el primer intento de lactancia habia sido todo un exito, cosa sorprendente para los doctores por la velocidad y facilidad con que todo se habia desarrollado. Ahora, mientras dormia, la bebita mantenia una de sus manos cerrada en derredor al dedo de la madre, que la observaba con la mirada inflamada por la emocion. Catalina siempre habia querido tener un hijo y el embarazo se habia hecho esperar mucho mas de lo que ella hubiese deseado. Ahora que la nina estaba entre sus brazos, toda esa espera (los meses y meses de suenos y frustraciones) parecia lejana como la mismisima luna en el firmamento. Ya no habia sufrimientos, si en cambio incertidumbres y nervios al verse en compania de ese nuevo ser, sin saber mucho todavia al respecto. La fragilidad de la situacion le generaba un constante cosquilleo en el pecho, el corazon acelerado, la garganta cerrada. Temia equivocarse, hacer cualquier infimo movimiento y arrepentirse despues. Estaba tan inmersa en aquellos pensamientos, que no escucho cuando la puerta se deslizo, acompanada del suave chirrido de las bisagras. La madera del piso crujio bajo los dos pares de zapatos que avanzaron hacia la cama.
En medio de la penumbra que Catalina habia pedido para poder descansar mejor, las dos siluetas se movieron sin dificultad y llegaron a su lado. Vio, envueltas en sombras, las cabezas de su marido y su suegra, que se inclinaron un poco hacia adelante para acortar distancia. Maximo estiro el brazo y prendio la lampara de la mesita de luz. Catalina parpadeo, con un gesto que demostro su descontento frente a este accionar, pero la emocion dominaba todo de tal manera, que muy pronto las insignificancias quedaron a un lado. Joaquina ya estaba a centimetros de su nieta. La miraba como al mayor milagro de todos los tiempos. --Si hay perfeccion en esta vida, por todos los dioses que la estoy viendo --susurro, con los ojos del tamano de dos inmensos platos. Maximo afirmo con la cabeza, Catalina la miro de reojo y Lidia se movio apenas la abuela dijo la ultima palabra. --!Me ha escuchado! ?Lo ven? !Esta nina me ha escuchado! --lanzo la mujer, emocionada hasta el rubor mas intenso. --Shhh, mama --pidio Maximo--, no te excites tanto, que contagiaras a la criatura. Lidia levanto apenas los parpados y abrio la mano que se habia sujetado al dedo de su madre. Todo su diminuto cuerpo se movio, desperezandose tras el sueno profundo. Catalina la atrajo mas contra si y le beso la frente, pero Lidia se movia como si no deseara el cobijo de su madre sino mirar hacia otros lados, explorar un poco todo lo que la rodeaba. Asi de recien nacida como era, Joaquina sintio enseguida que la nina tenia un no se que, una actitud muy diferente a lo que se hubiese esperado, algo que no se podia describir, pero que a la abuela le provoco una emocion poco entendida hasta por ella misma. Sin darse cuenta, se habia apoyado con los codos sobre el colchon, casi tocando la cadera de Catalina.
Maximo le apoyaba una mano en la espalda como si pretendiera con eso hacerle notar que la cercania era, a esas alturas, demasiada. --Tiene los ojos oscuros --dijo Catalina a su suegra--. No quiero adelantarme, pero me parece que son iguales a los de el. Maximo esbozo una leve sonrisa, pero Joaquina estaba muy lejos de prestar atencion a lo que cualquiera de ellos dijera. Miraba a Lidia embelesada, derretida por tanta emocion que le generaba. --Mama, no te vayas a fijar esa idea de que tiene mis ojos --dijo Maximo --, porque despues no quiero que te lamentes si resulta que Catalina se equivoco. Joaquina sacudio la cabeza, como queriendo decir que tanto palabrerio la tenia sin cuidado. Acerco el dedo indice al hombro de Lidia y le dio un suave golpecito. --!Hola! --susurro. --Tampoco esperes que vaya a tirarte un sermon despues del <
Parecia que se volcaba sobre los peldanos de la escalera como si fuese liquido, o chocaba contra las paredes en rebotes rapidos y fugaces, para despues volver estas paredes o peldanos a la mas absoluta penumbra, sobre todo cuando esto ocurria por las noches. Los sonidos provocados por los vendavales tambien hacian otro tanto, convirtiendo al hogar en un nido de ecos y retumbes. Lidia miraba todas estas cosas desde su dormitorio, porque aquel cuarto era el que la nina elegia constantemente, ya fuera para hacer la tarea de la escuela o para jugar. Le gustaba ubicarse junto a los cortinados y fijar la mirada a lo lejos, a traves del vidrio de la ventana. Cuando eran noches de lluvia torrencial, podia estar horas enteras prestandole atencion a las montanas y las explosiones de luz en el horizonte. La lluvia --cada gota que caia-- significaba para ella el mayor de los placeres. Si nadie le hubiese frenado los impulsos, habria ido muchas veces al jardin de la casa para recibir el agua en pleno rostro y sobre su cabeza, empapando las ropas sin darle a esto demasiada importancia. Tal vez sintiese todo eso tan intensamente por saber que habia llegado al mundo una madrugada de grandes chaparrones y granizo, cosa que sus padres le habian repetido hasta el hartazgo. De aquella noche, Lidia sabia del esfuerzo de su madre y la compania de su padre en todo momento, de los lirios adornando la casa, de la emocion de la abuela y las visitas de parientes y amigos al dia siguiente. Su padre siempre le habia contado acerca de aquella noche como si se tratara de un cuento de un libro infantil, y a ella le encantaba escucharlo. Inclusive en el presente, ya teniendo doce anos, a veces la nina le pedia al padre que le relatara la madrugada de su nacimiento en detalle. Maximo aprovechaba la hora de dormir para contarle acerca de aquel momento una y otra vez. --?No tenia miedo de asomarme al mundo, papa? Con tantos truenos y relampagos... --No tuviste miedo esa noche ni ninguna otra, Lidia. Siempre fuiste una nina muy valiente. Aquella pregunta y aquella respuesta se repetian cada vez, con las palabras casi calcadas.
Lidia abria muy grandes los ojos cuando Maximo le hablaba de su valentia: no estaba segura de creerlo del todo, pero le gustaba escucharlo de sus labios. Y esa noche, en especial, aquellos recuerdos de toda una infancia volvieron una y otra vez. Estaba particularmente nostalgica. Acababa de cumplir los doce hacia apenas dos semanas. Casi estaba dejando de ser una nina, a un paso de todos los cambios y revoluciones que traen los anos de la adolescencia. A pesar del paso del tiempo, mantenia algunas costumbres de la primera etapa de la infancia, como la lectura de cuentos a cargo de Maximo o el querer pasar la mayor parte del tiempo en su dormitorio, donde tenia todo lo necesario para pasarla bien. Las munecas habian quedado un poco abandonadas, algunas dentro del armario y otras en el baul que estaba ubicado a los pies de la cama. En su reemplazo habian aparecido blocs de hojas lisas, crayones y marcadores, todo lo que Lidia necesitaba para sus dibujos de paisajes imaginarios o seres bastante particulares. Las figuras de sus papeles no tenian parecido con los humanos. Sus cabezas eran alargadas y los dedos de pies y manos huesudos y puntiagudos, con unas curvadas, de un largo llamativo. Los colores que escogia para estos cuerpos eran siempre azul o naranja, jamas se salia de ellos. Coleccionaba sus dibujos en una carpeta de carton que escondia entre el colchon y la estructura de la cama. Pensaba que nadie sabia de ellos, a excepcion de Marta, la empleada domestica. A esta mujer habia debido contarle de su carpeta, porque era ella quien cambiaba las sabanas y aireaba los colchones de toda la casa. --Pero no te preocupes, nada dire de tu secreto --le dijo ella una vez--.
Eso si, me gustaria ver los dibujos. ?Me los muestras? Lidia lo hizo, porque confiaba en el hermetismo de Marta. La mujer los observo con una expresion de sorpresa. Cada trazo llamo su atencion, cada detalle tan cuidado. Miro a la nina, que por esa epoca tenia apenas siete anos, con los ojos iluminados. --!Lidia, tus dibujos son muy buenos! --?Lo son? --pregunto ella, ruborizandose. --Pues claro que si, no te mentiria nunca. Tienes un don especial para esto, se nota a la legua. Yo creo que tus padres dirian que... Lidia, que se habia sentado al borde de la cama junto a Marta, estiro un brazo y sujeto su hombro con fuerza descomunal. --!Me prometiste que nada dirias! !No quiero que nadie sepa de mis dibujos! Marta despego los labios con la intencion de responder ante el nerviosismo de Lidia, pero inmediatamente se arrepintio. La pequena la miraba con la suplica en los ojos, por lo que no pudo hacer mucho mas que decir: --No dire nada. Te lo he prometido y lo cumplire, pero quiero que sepas que realmente eres buena. Tus dibujos hablan de puro arte, de arte del mejor. Un trueno sobre la casa hizo temblar todo alrededor y Lidia se desprendio de aquel recuerdo relacionado con Marta. Mirando hacia afuera, vio que el cielo estaba invadido de espirales oscuras que danzaban enloquecidas y chocaban unas con otras.
De vez en cuando, entre ellas, la luminosidad de un relampago quebraba aquella negrura amenazante. Los arboles, las plantas, hasta los faroles de las calles se sacudian ante esta fuerza de la naturaleza que se habia presentado con un poder impresionante. Lidia parecia hipnotizada. Sus ojos iban y venian de un lado al otro, a veces hacia el cielo embravecido y otras hacia el jardin de la casa, invadido por cantidades de hojas caidas que levantaban vuelo prisioneras del viento. Todo era tan hermoso, tan parecido a la fantasia que tenia respecto a la noche de su propio nacimiento, que la nina no podia dejar de observar. Apoyo las palmas de las manos sobre el vidrio que estaba helado y se acerco un poco mas. Vio, entre las nubes, una estrella que le llamo la atencion. Brillaba, titilante, en medio del caos instalado. --!Ah! --exclamo la nina, poniendose en puntas de pie. Pego la nariz contra el vidrio e intento no perder de vista a la estrella. --No se ira, no te preocupes --escucho decir a sus espaldas. Lidia sonrio. La estrella parecio brillar mas intensamente aun tras aquellas palabras. --?Y como lo sabes, papa? --pregunto la nina. Pero no hubo respuesta.
Sorprendida, se dio vuelta. No habia nadie en el dormitorio y la puerta estaba cerrada. El silencio solo era interrumpido por los sonidos de la tormenta. La nina fruncio el ceno.
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