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Un incidente sin importancia
La importancia del quince de febrero
2019 JUVENIL ROMANTICA
La alarma sono dentro de su cabeza. Bueno, quiza no exactamente <
Sigmund le lamio la mejilla con algo parecido a la ternura, lo que la hizo reconciliarse con el mundo, y descarto darlo en adopcion. Sandra tanteo la mesilla en busca de sus gafas, que no estaban ahi sino en el suelo. Maldijo a Sigmund. Se retorcio para recuperar las lentes, se quito de encima al gato y fue al bano, tratando de llenar su mente de pensamientos armonicos a pesar de los maullidos que exigian el desayuno. Le estaba sirviendo al felino una de las latitas gourmet en las que se dejaba el sueldo cuando el segundo chillido del despertador resono por toda la casa. Sandra corrio a apagarlo, reprochandose a si misma no haberlo apagado bien la primera vez. Le sucedia con frecuencia. Ya en la ducha, penso en la gran cantidad de veces que se descubria a si misma cometiendo lo que Freud llamaba <
Le daba bastante rabia haberse enganchado de un chico al que no admiraba, y le parecia un sintoma de que habia algo en ella que no estaba muy centrado. ?Por que habia desarrollado cierta dependencia de alguien que no compartia en absoluto los valores que ella habia convertido, con teson, en el centro de su vida? Era como si la necesidad de afecto fuera mas fuerte que los principios. Ese desorden de prioridades habia debilitado su concentracion y su autoestima. El proximo con el que saliera tenia que ser todo lo contrario. Se puso el abrigo y se dirigio al balcon para fumarse un cigarro. Cada manana aprovechaba esa salida para hacerse una idea de la temperatura y escoger la ropa que se pondria. Como elegir modelitos no era lo suyo, le habia pedido a su amigo Joseba que le organizara una serie de conjuntos. Aquel dia el clima le sugirio la blusa de punto color salmon con los pantalones antracita. La primera calada le dio asco, pero no pudo tirar el cigarrillo. No estaba orgullosa de no ser capaz de dejarlo. Se sentia aun mas culpable porque pensaba que, como psicologa, deberia tener un mayor control sobre su propia mente. Incluso habia inventado un metodo consistente en fumarse dos cajetillas seguidas hasta provocarse una intoxicacion de nicotina y cogerle asco. Lo habia intentado dos veces, quedandose hecha polvo durante semanas, con un surtido de mareos, toses y flemas que habria dado para un documental tipo premios Darwin. Entonces sacudio la cabeza y se enfado consigo misma. Desde que habia abierto los ojos no habia hecho otra cosa que castigarse.
Una cosa era ser consciente de lo que podia mejorar y otra muy distinta penalizarse emocionalmente por ello. Se prometio pasar una tarde de chicas con Leonor para contrarrestar esa negatividad. Ya vestida, como suele hacer la gente despistada, reviso a conciencia el bolso comprobando todos los compartimentos: panuelos de papel, gomas del pelo, pastillero de emergencia, cuaderno para apuntar y boligrafo, estuche de lentillas y gafas por si acaso, cargador del movil y bote de laca tamano de viaje, muy util para defenderse de agresiones en lugar del espray de pimienta, que era ligeramente ilegal. Comprobo la fuente y la tolva de Sigmund, y le dio un pescozon de despedida. --Portate bien, ?vale? No quiero tener que barrer quinientos copos de cereal del suelo como la semana pasada. Solo cuando habia recorrido la mitad del trayecto en metro se le ocurrio mirar el movil: DIA LIBRE <
En sus primeros anos de universidad, algo influida por su novio de entonces, Sandra habia mostrado mucho interes por la obra del padre del psicoanalisis, quiza para compensar los excesos de su padre adoptivo, quien era tan distinto a Freud como una persona puede serlo de otra, salvo que ambos eran de origen judio aunque no practicantes. Sandra se sacudio esos pensamientos inutiles con un movimiento de cabeza. De repente, tenia por delante un dia entero. Podia ir a pasear por el parque, hacer algo de ejercicio, pasar el dia sumergida en la biblioteca... Presiono la alerta del movil y aparecio mas texto: VISITAR A MAMA <
Me habia confundido de dia y ya iba de camino al trabajo. ?Que tal estas? ?Como vas con la lumbalgia? --Pues estoy regular, hija, regular. No se para que me preguntas si ya sabes lo que te voy a decir, y tambien sabes que no me gusta decirlo porque esta muy feo quejarse. No tengo ningun derecho a lamentarme, tengo una vida estupenda y un marido maravilloso, ?verdad, Isaac? Maite, la madre de Sandra, le dio un beso a una foto en blanco y negro de Isaac Asimov cuando era joven. --Hola, papa --saludo Sandra a la imagen enmarcada, con una ironia atenuada por la costumbre. Desde el marco, Asimov la miraba con calidez y orgullo. Por supuesto que era un padre estupendo: optimista, creativo, humanista... Sus libros y sus frases siempre le daban apoyo y reforzaban su autoestima, y nunca la molestaba con pensamientos nocivos. Por eso Maite lo habia elegido como figura paterna para su hija. El padre de Sandra se fue cuando ella tenia cuatro anos. Apenas conservaba el vago recuerdo de un hombre delgado con la mirada nerviosa. Nunca se caso con Maite. A pesar de trabajar como administrativa en Iberia, y de completar el sueldo con lo que podia, no hubo una sola tarde en la que Maite no se sentara con Sandra para ayudarla con los deberes, tratando de convertir ese momento en una experiencia entretenida. Maite no habia tenido la oportunidad de ir a la universidad, y a veces tenia que estudiarse las lecciones antes de explicarselas. Pero la falta de formacion academica habia quedado compensada por su enorme curiosidad y por la coleccion de libros de kiosco de la editorial Bruguera. Mientras sus amigas se intercambiaban novelas de Corin Tellado, Maite descubrio por casualidad a Isaac Asimov.
El kiosquero le recomendo la serie <
--No me metas prisa. Tu has estado estupendamente toda la vida sin salir con nadie, ?verdad? Pues yo podria hacer lo mismo si quisiera. --Ya, pero es que no es el mismo caso. Primero, que yo te tenia a ti. Tu solo tienes a ese gato malhumorado. La soledad es un factor depresogeno. Deberias saberlo mejor que nadie, que para eso eres psicologa. --Si, mama, gracias por el dato... --Y segundo, que no creo que sea lo que quieres. Sandra evito la mirada de su madre. Por supuesto que preferiria tener pareja, pero no le gustaba reconocerlo. Maite empezo a pelar una mandarina. Desde que Sandra podia recordar, las manos de su madre siempre olian a esa fruta. --Hace casi un ano que lo dejaste con el ultimo, que, por cierto, era imbecil de los pies a la cabeza. Me gustaria que por fin encontraras a alguien que te merezca. Que este a tu altura va a ser dificil, porque tan listo y tan guapo como mi nina no va a haber ninguno.
Pero que sea buen chico y te trate bien. --Que cosas dices, mama. --Sonrio. Se quedaron en silencio, y Sandra recorrio con la mirada el apartamento, tan lleno de libros que apenas habia sitio para nada mas. En las paredes habia dibujos enmarcados. Estaban hechos con ceras de colores y representaban paisajes soleados, casitas de campo, naves espaciales, y todos estaban firmados en letras de colores por la misma artista: <
--Claro que no, estas guapisima, pero es que nunca te he visto salir con nadie. --Cuando ya no vivias en casa tuve un par de... <
No te quiero meter prisa. Cuando te apetezca me lo dices. Pero que sepas que es un hombre estu... --Voy al bano --respondio ella. Eso le daria tiempo para asumir todo aquello. Pablo, penso Sandra, repasando a todos los chicos con ese nombre que habia conocido. ?Le caeria bien? Tambien le costaba mucho imaginarse a un senor digno de su madre. Nadie parece ser lo suficientemente bueno para las personas a las que mas queremos. Como siempre que iba a aquella casa, entro en su antiguo cuarto, que seguia casi igual. Miro el armario empotrado blanco, que ahora estaba lleno de la ropa de verano de Maite. Pero para Sandra aquel espacio siempre seria la camita de Iris, su companera secreta de juegos. Tambien estaba la estanteria con los libros de <
Pasaron unas horas de charla, y cuando ya se despedian Maite le dijo: --Mandame fotos del gato, anda. Es lo mas parecido que tengo a un nieto. Al salir del metro en Ventas, su barrio, Sandra decidio pasar el resto del dia leyendo. Tenia sobre la mesa de noche una pila enorme que no iba a menguar sola. Pero al pasar por la biblioteca y verla abierta, no pudo evitar entrar para curiosear las novedades. La bibliotecaria, Rosa, exponia los libros en mostradores tematicos, que decoraba con fotografias y citas. Tenia el merito anadido de que Rosa iba en silla de ruedas, y los murales a veces tenian mas de un metro de altura. En aquel momento habia un panel sobre migraciones, otro sobre las relaciones entre personas y animales y uno titulado <
Entonces se dio de bruces con un mural que no habia visto antes porque estaba en paralelo a la entrada. Se titulaba <
--Mira, estamos endureciendo un poquito la politica de devoluciones. Me temo que no puedo dejar que saques este libro hasta que no traigas el otro. --?En serio? !Pero si aun no ha vencido el plazo! --Tecnicamente, o vienes esta tarde a devolverlo, o tendras penalizacion y no podras llevarte otro durante una semana. Sandra miro con deseo el ejemplar de Fuera de quicio y le frustro no poder llevarselo. --Entonces ?me da tiempo a traerte el libro hoy? --Si, claro. --Estupendo, pues te veo en un rato. Rosa la miro con cara de <
Clarissa y las mujeres sin importancia
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