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El guardian de la verdad y la tercera puerta del tiempo
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La tercera ley
2019 FANTASIA JUVENIL TERROR
Percibo al muchacho en cuanto pone un pie en la cueva. Por primera vez en siglos, me agito. Soy humo dentro de la lampara, y me encojo y me estiro para desembarazarme del letargo acumulado durante quinientos anos. Tengo la sensacion de haberme medio convertido en piedra. El sonido de sus pisadas me traquetea como el estallido de un trueno y me despierto por completo de un brinco. Me aprieto contra los laterales de la lampara y lo llamo a voces, pero, por supuesto, no me oye. No es mas que un chaval normal y corriente. No puede oir el grito de una yinn, una genio dentro de una lampara, una otorgadora de deseos. El joven va solo y noto sus pisadas cautelosas cuando franquea la entrada de la recondita cueva. Despliego mi sexto sentido y lo sigo cuando baja la estrecha escalera cortada en la arenisca mientras sus dedos recorren una antigua pared llena de simbolos esculpidos cuyo significado se ha perdido en el tiempo. Que extrano resulta sentir su presencia aqui despues de esta larga soledad, habiba: es como una luz en las profundidades insondables y oscuras del mar. Llego tan lejos como me resulta posible y siento su respiracion tranquila, su corazon palpitante. ?Quien es? ?Como ha encontrado este lugar? No es mas que un muchacho, un momento en el tiempo que pronto pasara. He conocido a mil y uno como el. Conocere a mil y uno mas.
No es nada. Me lo repito para no hacerme ilusiones con el. No me esta permitido albergar esperanzas. Se me prohibe tener deseos propios. Asi no pensare en el mundo de ahi arriba, en el cielo infinito, en el aire fresco y en la luz del dia. No dare muestras de la profunda y absoluta desesperacion con la que quiero que ese chico saque mi lampara de esta maldita oscuridad. En vez de eso, me doblo y me desdoblo, me arremolino y me enrollo mientras espero con el alma en vilo. Mi sexto sentido esta emborronado, como cuando observas a un pez que nada en un estanque con ondas y debes concentrarte mucho para verlo. Lleva una pequena antorcha, que levanta para escrutar la gran caverna: en realidad no se trata de una cueva, sino de una vasta sala llena de eco que una vez pertenecio a un gran palacio perdido para siempre en las entranas de la guerra y el tiempo. Ahora yace en las profundidades del desierto, como una ruina mas, enterrado bajo capas de arena y de recuerdos. Las columnas se alzan por encima de mi intrepido visitante, sujetando un techo que se pierde en las sombras. Los pilares lucen tallas en espiral: leones con las fauces abiertas, caballos alados, dragones que escupen fuego. Las joyas incrustadas en sus ojos emiten un ligero resplandor, como si contemplaran al joven con silenciosa malicia, del mismo modo que en su dia observaron a la gente radiante y colorida que vivio aqui hace siglos, antes de que la ciudad se sumergiera en la arena. Este lugar esta poseido por fantasmas, y yo soy uno de ellos. --Por todos los dioses --murmura el chico, y sus silenciosas palabras reverberan en la enorme boveda.
Levanta la antorcha y la luz se derrama ante el como un charco dorado. No me extrana que este anonadado, pues no se trata de una sala cualquiera, sino de lo que en su dia fue un santuario en las profundidades del palacio real de Nerubia, donde, hace mucho tiempo, una reina joven y hermosa deseo tener un jardin sin igual en el que poder descansar y meditar. Fue uno de los mejores deseos que he concedido. El suelo esta alfombrado con delicadas briznas de hierba, cada una de las cuales ha sido tallada en la esmeralda mas pura. Unos arboles achaparrados con hojas de jade destellan bajo una alta boveda tachonada de resplandecientes diamantes que parecen estrellas en un cielo nocturno. De los arboles cuelgan frutas: manzanas rubies, limones dorados, ciruelas amatistas y bayas de zafiro. Millones de joyas, talladas con una precision que ningun arte mortal podria igualar, brillan y centellean. Abajo, en la hierba, refulgen delicadas flores de topacio y lapislazuli. Debes observarlas de cerca para darte cuenta de que no son arboles ni flores reales, sino piedras preciosas de incalculable valor. El muchacho camina como en suenos, sin pestanear, sin respirar. No hay ni una sola planta natural y, sin embargo, el jardin parece mas vivo que ningun otro en el mundo exterior. Durante los ultimos siglos, estas frutas joya han sido mi unica y constante compania, un tesoro sin parangon que ofrece tan poco consuelo como la luz a los ciegos. Se entretiene demasiado. El aire esta cargado de vieja magia yinn, un vestigio de la gran guerra que se libro aqui hace muchos siglos. Pende de las paredes, gotea del techo, forma charcos entre las raices doradas de los arboles enjoyados.
Abarrota las ruinas vacias que ya se hallan medio hundidas en el desierto, los largos pasillos derruidos que se bifurcan como si fueran raices y que comunican las torres, los salones y los almacenes. La ciudad esta a un suspiro de derrumbarse por completo. Durante quinientos anos, esta magia se ha revuelto y retorcido por sus camaras, aumentando como el gas bajo la tierra, a la espera de que una chispa la prenda. Este muchacho es esa chispa. Caera en una trampa tendida hace mucho tiempo, desencadenara una explosion de magia acumulada y el desierto nos engullira a ambos. Yo me perdere para siempre en esta prision de magia y arena y me convertire en un mito, en un sueno. No se me ocurre destino mas aciago. Creia que me habia resignado a este sino hacia mucho tiempo, cuando parecia que nadie me localizaria. Ahora se que no es asi, que esa esperanza latia en mi interior como una semilla durmiente a la espera de florecer a la primera senal de escapatoria. Pero entonces los encantamientos vibran como las cuerdas de un laud y mi fragil esperanza se desvanece. Desde la oscuridad se levanta un viento que agita las hojas de piedra hasta que la cueva al completo resuena con su traqueteo. La trampa esta tendida. El muchacho, como presintiendolo, se apresura, deja atras los preciosos arboles y flores y salva un riachuelo en el que centellean pepitas de oro y de plata. La camara se ilumina, pues los diamantes de arriba restallan de luz cegadora. El jardin enjoyado resplandece con destellos hermosos pero letales.
El joven esquiva las hojas que cortan el aire como cuchillos y sisea cuando una de ellas le hace un tajo en el dorso de la mano. Al fin llega a la colina que hay al fondo del jardin encantado y alli se detiene bajo las ramas bamboleantes de un sauce labrado en cobre del que cuelgan hojas de esmeralda. Le da vueltas a un anillo en el dedo y sus ojos se agrandan cuando se posan en la lampara. Esta reposa en una especie de trono forjado en hierro y rubies en el que el metal esta retorcido para que se asemeje a los tallos de un rosal. Hubo una vez en que la reina de esta ciudad se pasaba las horas ahi sentada leyendo y meditando, aunque eso fue hace mucho tiempo. Ahora solo esta la lampara, que resplandece a la luz diamantina. Dentro, yo me expando y lleno cada recoveco con mi humo brillante, urgiendolo a darse prisa. Me estremezco de impaciencia ante la perspectiva de que esta oportunidad de escapar se me escurra entre los dedos. Nunca antes la lampara me habia parecido tan pequena. El chico sube la colina jadeando y suelta un leve suspiro cuando llega al trono. Se queda alli un instante, sacudiendose el polvo de las manos, con la vista clavada en la lampara. La cueva retiembla. De las paredes comienzan a caer hilillos de arena que tintinean en las pilas de monedas de oro. Los encantamientos zumban y las joyas de los arboles empiezan a traquetear. El muchacho no parece darse cuenta.
Esta absorto en la lampara. --Asi que es esta --susurra. Estira la mano y yo paso del humo al fuego de puro nerviosismo. Cuando las puntas de sus dedos tocan los laterales broncineos de la lampara, un estallido de energia me traspasa y siento los latidos de su corazon, fuertes y desbocados. --?Que eres? --susurra--. ?Por que me has llamado? Como aturdido, recorre el metal con los dedos; su palma traza la curva del piton y su calor humano traspasa las paredes. Estoy a punto de estallar. Me expando. Me encojo, me arracimo y me preparo; el humo rojo se torna dorado. El joven frota la lampara. Y yo contesto. Salgo disparada por el largo y oscuro tunel del piton. Soy un penacho de humo, un torbellino de fuego. Me abro, me multiplico y me hincho hasta convertirme en una gran nube sobre su cabeza. Empujo el techo de piedra de la cueva con un millar de manos vaporosas.
Abro mil ojos enfervorecidos y estiro mil piernas rutilantes. Me despliego una vez, y otra, y otra. !Pero que bien sienta estar fuera! Restallo de energia y entusiasmo; mi sangre es un relampago y mi aliento, un trueno. Podria pasarme horas estirandome, deleitandome con el espacio que me rodea, pero, como el tiempo es oro, me encojo, me endurezco y recojo mis caprichosos zarcillos. Por primera vez en quinientos anos, asumo la forma que mas me gusta. Tu forma, Roshana, habiba mia. Hermana querida. La de corazon puro y risa alegre, la que me enseno la dicha y me llamaba <
Llevo tu rostro y finjo que tu corazon tambien es mio. Y, al fin, el humo se disipa y me veo plantada en el jardin que cree para ti. Aunque humana en apariencia, por dentro no soy mas que humo y energia. Me estiro, suspiro y lenta, muy lentamente, sonrio al muchacho. Esta tumbado de espaldas, boquiabierto y con los ojos desorbitados. Abre y cierra la boca hasta tres veces antes de farfullar por fin: --!Por todos los dioses! Este amuleno es joven, debe de tener diecisiete o dieciocho primaveras. Sus pobres y finas vestiduras delatan un cuerpo que no tiene ni pizca de grasa. Es todo piel, huesos y musculos torneados y duros; un muchacho que, sin duda, ha robado a los arrieros de camellos, en los puestecillos de fruta y en los bajos fondos para sobrevivir. Que sabe que los dias no son regalos, sino premios que hay que ganarse. --Eres..., eres... <
La que no tiene nombre, ni rostro ni limite. Una esclava de la lampara--. Una yinn>>. --!... una chica! --remata. Me lo quedo mirando perpleja durante un instante, pero me recupero enseguida. --!Tiembla, mortal! --declaro, y dejo que mi voz retumbe por la caverna --. Soy la esclava de la lampara, la poderosa yinn de Ambadia. Tengo el poder de concederte tres deseos. Ordena y tu esclava respondera, hijo del hombre, pues tal es la ley de Narduja. Ah, Narduja, poderoso rey de los genios. Amo de todos los amos. Malditos sean sus huesos de humo y fuego. --Una yinn --murmura el joven--. Ahora lo entiendo todo. Se calla cuando un hilillo de arena le cae en el hombro.
Se lo sacude y se echa a un lado, pero empieza a lloverle alrededor. El suelo se inclina, las joyas repiquetean y ruedan. El pierde pie. --?Que ocurre? --pregunta sin aliento mientras se levanta como puede. --Estas ruinas son antiguas. La magia que las impregna lo es aun mas y muy pronto te matara. --De nada sirve suavizar la dura realidad--. Pero, si lo deseas, puedo salvarte la vida. El sonrie de oreja a oreja, descarado como un cuervo. --?Por que iba a desearlo cuando puedo echar a correr? ?Podras seguirme el ritmo, chica yinn? Al oir esas palabras, no puedo mas que reir y, en un abrir y cerrar de ojos, me transformo en un halcon y empiezo a aletear por las copas de los arboles. Las ramas se mecen y se parten con el vendaval que arrasa la sala. Las frutas enjoyadas se estrellan contra el suelo. El aire se colma con el sonido del cristal al romperse y con el rugido del viento. El muchacho se desliza colina abajo y corre por la hierba. Las ramas tratan de alcanzarlo, de agarrarlo por los brazos y por el cuello, pero yo las arranco con mis garras.
Del riachuelo salen unas manos siniestras que se le aferran a los tobillos. Yo las aparto golpeandolas con mis alas. El chico es rapido, pero ?lo conseguira? Lo conduzco por encima y alrededor de pilas de joyas, a traves de arcos hechos de arena brillante que cae en cascada. Debo reconocerle una cosa a mi joven amo: es agil y no se rinde facilmente. La salida ya no esta lejos. Caen cortinas de arena, tan densas que derriban al muchacho y lo postran de rodillas. El se asfixia y tose con la boca llena de arena. Sin embargo, no se da por vencido: sus piernas se debaten por volver a ponerlo en pie; sigue adelante con los ojos cerrados y a tientas, como un ciego. Me transformo de halcon en chica mediante un remolino de humo y me dejo caer a su lado. Lo cojo de la mano y tiro de el, tratando de ignorar la calidez de su contacto. Llevo sin tocar a un humano..., oh, mucho tiempo, habiba. Sus dedos se aferran a los mios, su palma esta seca y rasposa por la arena, sus venas palpitan llenas de vida. Como siempre ocurre cuando toco a un humano, los latidos de su corazon me abruman. Reverberan en mis oidos y resuenan con sorna en mi pecho vacio, donde, en lugar de corazon, no hay mas que humo. !Ahi esta por fin!, medio enterrado en la arena, el vano de la puerta que una vez condujo a tu salon del trono, habiba, pero que ahora da a un oscuro cielo del desierto tachonado de estrellas.
Hace mucho que la puerta de teca se pudrio, y las piedras estan partidas y carecen de lustre, pero, tras quinientos anos de solitaria oscuridad, es lo mas bonito que he visto jamas. La magia hace un ultimo esfuerzo por detenernos y esta es la trampa mas peligrosa de todas. La arena se convierte en llamas que se precipitan hacia nosotros con avidez desde las entranas de la gran camara. Yo, que ya saboreo el dulce aire de la noche, redoblo mis esfuerzos para sacar de alli al muchacho con vida. Si no lo consigo, se que jamas tendre otra oportunidad de escapar. --!Mas rapido! --lo urjo, y el joven vuelve la vista hacia el fuego y avanza a la desesperada. Corre tan rapido que me adelanta y ahora soy yo de la que tiran. El fuego me lame los talones. Me convierto en humo y los dedos del muchacho se cierran en el espacio que antes ocupaba mi mano. --?Que haces? --grita. --!Vete! --Me expando y vuelvo a cambiar de forma, convirtiendome en un muro de agua que hace frente al raudal de llamas y las mantiene a raya. Viento, fuego, agua, arena... !y cielo, cielo, cielo! El chico es el primero en salir. Franquea la puerta de un salto y rueda con mi lampara aferrada al estomago. Yo me transformo en humo en cuanto estoy al aire libre: una gran nube de un violeta rutilante. Las llamas salen despedidas por la arena, como un millar de manos demoniacas que rasgaran la tierra en busca de un asidero en el mundo.
Unas garras feroces rastrillan el desierto y aranan el cielo a nuestro alrededor. El joven se encoge de dolor y levanta una mano cuando una explosion de calor estalla sobre el. De las puntas del pelo le suben unos zarcillos de humo alla donde el fuego lo ha chamuscado. Durante un terrible instante, estamos completamente cercados por las llamas, asi que rodeo al muchacho, asfixiandolo con mi humo, pero salvandolo del fuego. La magia al fin se extingue, como una llama que se ha quedado sin combustible. El fuego vuelve a convertirse en la arena de la que procedia y cae en forma de niebla blanca y brillante a nuestro alrededor. El desierto gira en torno a la puerta y se hunde en ella hasta que, por ultimo, la arena se traga el vano. Ante nuestros ojos se yerguen las ruinas de Nerubia, la que una vez fue una ciudad grandiosa y resplandeciente. Con el paso de los siglos se ha desmoronado y ahora se asemeja mas al esqueleto de un animal que murio hace mucho tiempo. En ese momento, los pocos vestigios que quedan empiezan a retumbar y a estremecerse. De las torres medio derruidas comienzan a caer piedras enormes y los muros se hacen anicos. El desierto se hincha como el mar y se traga las ruinas piedra por piedra, sacudiendo las dunas de un lado para otro. Lenta y ruidosamente, la ciudad se hunde bajo el desierto y restalla cuando la vieja magia yinn da los ultimos coletazos. La ultima vez que vi la ciudad desde la superficie, esta permanecia orgullosa bajo un cielo colmado de humo negro y en el aire resonaban la lucha y los gritos de los moribundos, tanto humanos como genios. Muchos murieron ese dia fatidico.
Yo deberia haberme contado entre ellos. Ahora la ciudad se hunde de una vez por todas, enterrando a sus muertos con ella. El muchacho lo contempla todo arrodillado y boquiabierto, y yo me arremolino por encima de el. Poco despues, la tierra se traga la ultima punta de la ultima torre, y la ciudad, que una vez fue la mas grandiosa del mundo, una ciudad de reyes y conquistadores, desaparece por completo. El desierto se sacude, tirando al joven de espaldas. Yo cambio a mi forma humana, me planto a su lado y contemplo las arenas que me habian mantenido cautiva durante siglos. Cuando el aire se aclara de polvo, no queda mas que un centelleante estrecho de arena azul, pura y virgen, atravesada por las ondas que forma el viento. La unica prueba de que una vez hubo alli un jardin de maravillas, el unico testimonio de la gran ciudad perdida bajo la arena, es una sola moneda palida que yace en la superficie, guinando a la luna. Y, por supuesto, estoy yo.
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El tercer rey
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