Ver todos los libros de: Claudia Velasco
Edward
?Serias capaz de creer la mas inverosimil de las historias simplemente por amor? ?Sueles confiar en la gente? ?Tienes una mente abierta y receptiva?
A Olivia Villadiego no le queda otra alternativa que creer cuando el amor de su vida, Edward Fitz-Lyon, desaparece despues de confesar un increible secreto. Un misterio que ella tendra que encajar lo mejor posible si pretende recuperarlo.
Una historia de amor insolita y apasionada, un secreto magico, un enemigo acerrimo, una aventura vertiginosa y la alquimia. Un coctel explosivo ambientado en al siglo XXI, pero con un increible eco de otros tiempos.
La peor pesadilla, Mark Edwards
2019 LITERATURA Y FICCION ROMANTICA
Cruzando el rio -dijo al fin, sin mirarla-, al otro lado del Puente de Eton, tienes el prestigioso Colegio del Rey de Nuestra Senora de Eton, fundado en 1440 por el Rey Enrique VI. No es necesario caminar mucho para llegar desde aqui, tal vez diez o quince minutos a buen paso. Cuando yo era pequeno mi criado Peter me acompanaba cada domingo por la tarde de vuelta al colegio, por este mismo sendero, donde pasaria el resto de la semana estudiando junto a un monton de chiquillos revoltosos llegados desde todos los rincones de Inglaterra. Despues, cada sabado por la manana, regresaba por aqui de vuelta a mi hogar. Yo corria ansioso por llegar a los brazos de mi madre, lady Madeleine, que me esperaba en la puerta de casa para mimarme y malcriarme las pocas horas que pasaba a su lado. No estaba interno, como la mayoria de los ninos que pasaban todo el curso sin poder ver a sus padres, no, yo era un privilegiado porque volvia cada fin de semana al castillo. Era un chico malcriado, uno mas mimado que la mayoria de sus iguales, opinaba mi aya. Por aquel entonces yo debia tener unos diez anos, Eton, mi colegio, unos ciento setenta. Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia reinaba nuestras amadas islas... -giro sobre sus talones para mirarla a los ojos-. Soy un alquimista de cuatrocientos veinte anos, pequena, mi nombre es Edward James Charles FitzLyon, hijo primogenito de lord Charles Fitz-Lyon, medico personal del rey Jacobo I y bisnieto de lord James Fitz-Lyon, amantisimo servidor medico de su majestad la reina Isabel I... Olivia desperto de un salto, como cada dia, con esas palabras martillandole en la cabeza: un alquimista de cuatrocientos veinte anos.... Se sento en la cama y comprobo que estaba completamente desnuda en medio de un mar de sabanas de seda, muy suaves, y un frio intenso le recorrio la columna vertebral. Se apoyo en la almohada, respiro hondo y se despejo la cara del pelo suelto y revuelto. Un alquimista de cuatrocientos veinte anos, aquello era lo ultimo que habia oido de labios de Edward Fitz-Lyon antes de desmayarse a sus pies como una idiota. Ni siquiera habia sido capaz de mantenerse consciente el tiempo suficiente para mirarlo a los ojos y hacer las mil preguntas que tenia en la cabeza. No habia reaccionado muy bien y el sentimiento de impotencia seguia carcomiendole el alma, tanto, que sabia que jamas volveria a ser la persona que habia sido, ni volveria a vivir como habia vivido.
Su apuesto y misterioso amante habia desaparecido hacia ya unos siete meses y aun seguia sonando con aquella magica y extrana manana en Windsor, a orillas del rio Tamesis, cuando el le habia contado esa historia desquiciante sobre su origen. La unica explicacion que tenia a los ultimos acontecimientos que habian puesto su vida patas arriba. Abandono la cama, se metio bajo la ducha caliente, apoyo una mano en los azulejos y cerro los ojos pensando una vez mas en Edward, el gran amor de su vida. El mayor desamor de su vida. El hombre mas increible e insolito que habia tenido la suerte, o la desgracia, de conocer. Edward Fitz-Lyon habia aparecido una lluviosa manana londinense en su diminuto despacho, de un area diminuta del departamento medievalista del Museo Britanico, para poner un gran problema sobre su mesa. Sin ningun protocolo, ni cita previa, y con bastante poca ceremonia, el se habia plantado en su oficina para reclamar un valioso material, en teoria propiedad de su familia, que Olivia y su equipo habian sacado de una pequena ermita ubicada cerca de Dublin, en la localidad costera de Howth, hacia un tiempo. Fitz-Lyon, el tipo mas atractivo, elegante y aristocratico que ella habia visto en toda su vida, decia no haber consentido ese trabajo en sus tierras y estaba indignado. Ella, por su parte, le explico con calma que el gobierno irlandes si habia dado los permisos pertinentes y que por esa razon, con un presupuesto aprobado por su museo, algun fondo privado y un programa de la Comunidad Europea, habian iniciado los trabajos en Howth, habian acometido la prospeccion arqueologica con un equipo de seis personas, habian dado con aquel valioso material, lo habian calificado, estudiado y catalogado, y finalmente lo habian entregado al Ministerio de cultura de Irlanda para su custodia. El material, unas pequenas piezas datadas en el siglo XVII (utensilios domesticos en su mayoria) y una piedra lisa, circular y grabada con simbologia celta, que parecia ser lo unico que de verdad interesaba al tal Fitz-Lyon, seguian en Irlanda, pero el no estaba de acuerdo y aseguraba, bastante furioso, que todo aquello habia sido sustraido de forma ilegal de su propiedad, principalmente porque jamas habia otorgado los permisos necesarios para dicha prospeccion arqueologica y, por lo tanto, exigia que se le devolvieran inmediatamente. -Senor Fitz-Lyon -se levanto de la silla y lo miro hacia arriba, porque era muy alto y ademas parecia caminar un palmo por encima del resto de los mortales-. No se que problemas de gestion ha habido en este tema, ni que confusion burocratica, pero nosotros teniamos los permisos de su gobierno... -No son mi gobierno. -Bueno, es igual. Teniamos todas las autorizaciones y los impresos sellados, si no, jamas se me hubiese ocurrido iniciar una prospeccion semejante. -?Y por que esa humilde y desconocida ermita?.
Es un edificio anonimo, propiedad privada y que jamas... -Llevamos anos colaborando con el gobierno irlandes para estudiar y clasificar su patrimonio historico, por muy humilde o anonimo que sea -levanto una mano para hacerlo callar y el fruncio el ceno completamente perplejo-. De hecho, se trata precisamente de eso, de encontrar tesoros ocultos, a veces en propiedades privadas, que no estan debidamente conservados. -La ermita, y todo lo que contiene, estan perfectamente conservados. -Ya, per... -Mi fundacion, Madeleine Fitz-Lyon, se dedica precisamente a eso, a la conservacion, restauracion y mantenimiento de tesoros arqueologicos. -Lo sabemos, pero habia que comprobarlo. -El caso aqui, senorita Villadiego, es que quiero que se me devuelva el material incautado o demandare a su museo, a su departamento, y a quien haga falta, por apropiacion indebida y por la sustraccion ilegal de unos objetos de incalculable valor historico. -Todo esta en manos del Ministerio de cultura de Irlanda, como tiene que ser. -La piedra circular con las inscripciones celtas no. -?Como que no?, lo entregamos todo, esta catalogado -regreso al ordenador y busco la documentacion del proyecto. Fitz-Lyon se le puso al lado, inundando su espacio con un arrebatador y sutil aroma a perfume de hombre y ella carraspeo-. ?Lo ve? Lo entregamos todo hace meses. -La piedra no esta y necesito encontrarla. Necesito que me ayude a dar con ella. -?Yo?, ya le digo, senor Fitz-Lyon, yo la entregue y... -Usted la encontro y la saco de mi propiedad sin mi consentimiento, ahora esta perdida Dios sabe donde y ese extravio es parte de su responsabilidad. -Lo se, pero... deme un minuto -salio del despacho y llamo a Fiona McGiles, del Ministerio de cultura de Irlanda, pensando en la preciosa piedra lisa y circular que habia tenido en sus manos muy poco tiempo, pero que, sin embargo, habia llamado poderosamente su atencion por los exquisitos y perfectos grabados que contenia-.
Fiona, soy Olivia Villadiego, del Museo Britanico, ?que tal? Te llamo por la piedra circular de la excavacion de Howth, tengo al dueno de la propiedad aqui y... -Ah, ya lo se, Edward Fitz-Lyon, no sabes la que ha montado aqui. -Nosotros os la entregamos, esta en la documentacion que acompana al proyecto... -Lo se, hija, pero no aparece en el archivo. -!?Como que no aparece en el archivo?! -le dio un vuelco el corazon y miro hacia la oficina donde en ese momento Fitz-Lyon estaba mirando por la ventana-. Eso no puede ser, es una pieza muy valiosa, celta. Era la pieza mas valiosa de toda la prospeccion. -Tengo a dos becarios buscando por todas partes, pero no aparece.
.
Rusia, Edward Rutherfurd
Para leer y descargar el libro "Edward" puedes hacerlo gratis aquí.
libro edward cullen