Ver todos los libros de: Pedro Mairal
Breves amores eternos
Tras el exito internacional de La uruguaya, Pedro Mairal vuelve con un volumen de cuentos que es una autentica caja de sorpresas.
En la primera parte, que lleva el titulo del libro, redescubrimos el universo del autor: el amor con sus distintos rostros, las multiples formas de circulacion del deseo, el sexo como escape de las trampas de la vida burguesa, el papel muy poco airoso de los hombres en las relaciones sentimentales.
"Hoy temprano", la segunda serie de cuentos, se despliega en una diversidad de temas y es una demostracion magistral de talento y versatilidad. Los personajes se mueven en un borde peligroso. En medio de situaciones cotidianas se abre una fisura inesperada que desbarata su normalidad y por donde se cuela el absurdo, lo fantastico y la pesadilla.
Incisivo, tierno, divertido, perturbador, Breves amores eternos es un muestrario de las posibilidades de la literatura como espejo de los anhelos y los temores humanos. Una vez mas, Mairal deja en claro por que es uno de los escritores contemporaneos mas leidos y admirados de la lengua espanola.
Breves respuestas a las grandes preguntas
2019 EROTICA LITERATURA Y FICCION
Mi mujer insistio tanto que le dije que si, que iba a ir a terapia, porque se cree que estoy deprimido. Pero la verdad es que conoci a una mujer en Uruguay. Una gorda lindisima que me hizo tanto bien que ahora la extrano. Pienso mucho en ella y sobre todo en la ultima vez que la vi. No estoy nada deprimido. La que esta deprimida es ella. Deprimida y enojada. De hecho, estuvo enojada todo el verano. Quiza al principio fue mi culpa, supongo. Hice un chiste estupido ni bien llegamos a Punta del Este: ella se habia comprado unas cremas y me dijo esta crema es para levantar la cola y yo dije en voz baja ?viene con una grua de regalo? No me lo perdono porque era el primer dia de playa y estaba susceptible, insegura de ponerse el traje de bano. No se. Hace tiempo nos habria causado gracia, nos podriamos haber reido juntos. Pero ya no se rie de mis comentarios. Esta atacada con el tema de la edad, cumple cuarenta y siete este ano. Yo no tengo tanto problema, pero ella si, todo el tiempo mirandose al espejo, lamentandose por como le cambio el cuerpo.
Yo me quede pelado y no proteste tanto. La cosa es que se tomo muy mal mi chiste, y no sirvio de nada que le dijera que estaba linda, ni que le pidiera disculpas. Me tacho, me castigo con lo que sabe que me jode: no cogimos ni una vez en todo el mes. Yo empece a juntar una mezcla de bronca y calentura. Era violenta la calentura. Todo el dia rodeado de unas minas increibles. Ibamos a la playa en Manantiales, porque mis hijos tienen a los amigos ahi. Antes iban amigos nuestros, ahora estan los padres de algunos companeros de colegio de mis hijos, pero no pasamos de saludarnos y hablar un poco de politica. La cosa es que entre tantas minas tenia que meterme al mar a cada rato, a enfriarme, me sobraba una energia que me ponia de mal humor, y las pendejas de 18, amigas de mi hija, tomando sol ahi al lado con unos culitos duros y redondos, unas tetitas altas que a cada rato medio se les escapaban de la bikini y yo hacia un esfuerzo terrible por disimular, parecia una momia con anteojos negros sentado en la reposera, porque no movia la cabeza, pero miraba todo, no podia parar de mirar minas y de imaginarme que me las cogia a todas. Una vez me masturbe rapido en el bano del parador. No hacia eso en un lugar publico desde la adolescencia. Otra vez no aguante mas y me meti a nadar con bronca mar adentro. Me tuvieron que sacar. Lo que me impresiono fue la cara de verguenza de mi hijo y mi hija cuando llegue a la orilla escupiendo los pulmones. Mi mujer se asusto, pero le agarro por el lado del enojo, como haces una cosa asi, mira si te moris aca, Rodolfo.
Esa noche no hable y al dia siguiente dije que me sentia un poco mal, asi que los lleve a todos a la playa y me fui a Maldonado a comprar una manguera que hacia falta para el jardin. Maldonado es una ciudad chica, siempre me gusto. Di vueltas buscando una ferreteria y de repente una cuadra me sono conocida hasta que vi el cartel que decia Hiroshima. Era un puterio al que ibamos con amigos en los ochenta. Sigue ahi. Estaba la puerta abierta. ?Por que no?, pense. Tenia rabia. Rabia contra mi mujer que cada noche cuando me queria reconciliar con ella me daba la espalda y me decia estoy agotada. Me sentia tan castrado, frustrado, un pelado calenton que no podia cogerse una pendeja de 18, ni una chica de 25, ni una mujer de 30, ni una mina de mi edad. Me sentia realmente mal y ademas me quemaba la cabeza esa histeria de la playa, todo ese muestrario de culos prohibidos. ?Con quien cogian todas esas mujeres? Con cualquiera, menos conmigo. Me quede dentro del auto, en la esquina. Me fije que no viniera nadie y me decidi a entrar. Habia una tipa barriendo, me dijo esta cerrado senor, abre a las veinte.
Perdon, perdon, dije pegando la vuelta, y me atajo: ?A quien busca? Si busca una chica le voy a dar referencias. No entendi bien, hasta que la vi dejar la escoba y anotar algo en un papel, en la barra. Me lo dio y sali rapido. Me volvi a sentar al volante. El papelito decia Melanie y tenia un telefono. Estaba embalado. Pense en volver a la Punta y llamar despues, pero ya estaba dentro de una ola de adrenalina que no sentia hacia tiempo. Yo en general fui siempre fiel. Hace mucho me enrede durante unos meses con una companera de trabajo --no en la empresa donde trabajo ahora --, pero despues lo cortamos de mutuo acuerdo, y nunca mas. Despues me porte bien. No me quiero justificar. Esto lo hice porque queria. Queria estar con una mujer desnuda, sentirla contra mi cuerpo, no me importaba si tenia que pagar. Llame desde un locutorio y una voz de mujer muy dulce me dijo que atendia en su casa, que trabajaba sola, me dio la direccion y me paso la tarifa por una hora. Calcule que eran sesenta dolares en pesos uruguayos.
Le dije que iba para alla. No quedaba lejos. Pase dos veces por la puerta manejando despacio, mirando la casa de una planta, con las persianas bajas, sencilla. Deje el auto a dos cuadras y toque el timbre. Me abrio una gorda de ojos verdes, me hizo pasar con una sonrisa, medio timida. Tenia el pelo negro, largo y suelto. Soy Melanie, me dijo. De entrada me gusto, era de esas mujeres gordas con forma, con buenas curvas, pulposas pero de cintura angosta. Me hizo pasar al cuarto, nos desvestimos y nos dimos con todo durante un rato. Era la una de la tarde y yo cogiendo en Maldonado. Pero me dio una felicidad enorme. No se como explicarlo. Me senti tranquilo, aliviado. Melanie era carinosa, me trataba bien, me ponderaba, me hacia sentir como un hombre. Daban ganas de hacerla ir a mi mujer para mostrarle y decirle ?ves lo facil que es tenerme contento? En casa decrete que dia por medio no iba a ir a la playa sino a jugar al golf, y ademas solo, o a tirar pelotas.
Cargaba la bolsa en el baul y me iba a pasar una hora con Melanie que despues de encontrarnos un par de veces me confeso que se llamaba Monica, que era viuda, que habia trabajado de noche en el Hiroshima, que todos los dias a las diez de la manana lo llevaba a su hijo a la colonia de vacaciones y algunas tardes trabajaba de ayudante en una peluqueria. Yo por mi lado le dije toda la verdad. Le conte todo de mi familia, la pelea absurda con mi mujer. Hablabamos, cogiamos un rato y despues yo me iba. Al dia siguiente iba a la playa, feliz de la vida, sereno, mirando a las chicas pero sin bronca, disfrutando el panorama, juntando ganas porque sabia que la veria a Monica al dia siguiente. Era muy linda. Esas morochas blancas, con unas tetotas enormes y un culo carnoso que era una fiesta total. A ella le convenia la hora, y a mi tambien. El acuerdo era perfecto. Un mediodia lleve pollo con papas fritas de una rotiseria y almorzamos en su cocina. Me empece a quedar un poco mas de una hora, a veces dormiamos una siesta hasta las tres. Era agradable estar en su casa, tan lejos del cotorreo de la playa, de mi mujer quejandose por la mucama, de mis hijos pidiendome plata. Esto era otro mundo, mas simple, mas lento. Un dia estaba su hijo porque tenia un poco de fiebre, asi que solo tomamos mate en el patio, no hicimos nada y no me importo, de hecho me gusto, me hablo de sus plantas mientras el hijo se acercaba y me dejaba autitos en las rodillas. El ultimo dia que la vi a Monica, el cielo amanecio cargado con unos nubarrones negros y tronando.
Mi hijo habia llegado de madrugada, borracho, y el auto estaba chocado, no mucho pero con el guardabarros rozando la rueda. Lo rete, pero el no sabia que mi bronca era por haberme dejado sin auto justo ese dia. Agarre solo tres palos, una madera, un hierro y el putter, me los ate a la espalda con una correa y me subi a la motito de mi hija. Rodolfo, vos estas loco, hay rayos, decia mi mujer y yo le decia que el golf ultimamente era lo unico que me hacia feliz. Por el camino me agarro la lluvia, primero suave, despues un chaparron que me ensopo. Antes de llegar me quede sin nafta y tuve que caminar empujando la moto hasta una estacion de servicio. Empezaron a caer rayos y yo con los palos a la espalda tenia miedo de atraerlos, pero segui. Queria estar con Monica. Cuando me vio llegar, sonrio y trajo una toalla sin decir nada. Me saque la ropa mojada y nos metimos en la cama. Puedo decir que algo paso. No quiero exagerar, ni se explicarlo bien, pero se que los abrazos tuvieron otro significado esa tarde. Aunque no dije nada, ella entendio que no nos ibamos a ver mas. Afuera diluviaba, Monica me pasaba muy suave la mano por la cabeza. Sabia que eso me gustaba.
Despues me trajo ropa seca de su marido que habia sido jardinero y habia muerto electrocutado con una maquina de cortar pasto. Sobre una silla me dejo una camisa y un pantalon. Me quede un rato con ella en la cama, senti su respiracion distinta cuando se quedo dormida y me levante. Me puse de vuelta mi ropa mojada y le deje la plata en la mesa de luz. Se desperto un poco y nos despedimos con un beso. Le dije que no se levantara y me fui. Al dia siguiente volvimos con mi familia a Buenos Aires. Cuando salimos del ferry en Darsena Norte, en la puerta de Buquebus, unos manifestantes contra la papelera uruguaya nos tiraron huevazos que chorreaban por el parabrisas del auto. Yo, antes de saber de que se trataba, senti que me lo merecia, senti que me estaban escrachando a mi. Pero bueno, uno despues se acomoda otra vez a su vida. Por eso digo que no estoy deprimido, pienso en Monica nomas. Supongo que ya me voy a ir olvidando. Lo que tengo claro es que no voy a hacer terapia. Aunque quiza le diga a mi mujer que voy a ir a terapia, asi puedo aprovechar para salir y estar solo un rato. El anillo ?A ver como te queda?, pregunta una voz de mujer desde el cuarto en sombras.
Flaco y desgarbado, el se para bajo la luz del pasillo, frente a la puerta, vestido de futbol, mirandose las medias azules nuevas y los botines. Muy profesional, ?son comodos? Si, estan medio duros, ya los voy a ablandar jugando, bueno, me voy. No vuelvas tarde, Emilio, dice la mujer. Quiza nos tomamos una cerveza despues del partido, dice el y sale con el bolso al hombro. Afuera ya es de noche. Emilio cruza la plaza Las Heras, mira que no venga nadie y detras de un arbol refriega los botines contra el pasto, contra el tronco, camina arrastrando los pies, se frota cada media con la suela del otro pie hasta que quedan manchadas. Sigue caminando, y cruza la plaza. Camina varias cuadras, hasta que en la entrada de un edificio toca el portero electrico y le abren. Arriba, su amigo Franco lo hace pasar y se empieza a reir de su atuendo. No te rias. Es regalo de cumpleanos. Si no me visto de futbol, no me cree. Franco le dice: Veni, ayudame que estoy cortando fruta para los daiquiris. Para que me saco esto, dice Emilio y se mete en el bano. En la cocina, ya cambiado con jeans y una remera, lo ayuda a Franco a cortar fruta mientras fuman un porro.
Pero la camiseta no va a tener olor a chivo, dice Franco. Bueno, ?que queres que haga?, ?que salga a correr?, ya embarre los botines, la camiseta la hice un bollo y la meti en el bolso. ?Vos te pensas que no se da cuenta? Creo que no, dice Emilio. ?Pero no te dice nada? Que no vuelva tarde, me dice. Pero yo creo que ya ni le importa. A veces llego antes que amanezca, me meto en la cama y ella se despierta y se hace el desayuno, yo duermo a la manana, despues me voy a la redaccion y ella duerme la siesta. Nos turnamos para dormir. ?Y ella que hace todo el dia? No se, duerme y come. Siguen cortando frutillas y duraznos. Che ?no es medio de jovato el daiquiri?, pregunta Franco. Si, puede ser, estas minas deben tomar Speed con vodka, esas cosas. Pero el daiquiri es dulce y ademas tiene fruta, les gusta, me parece. ?Son todas de la revista las que vienen? No, vienen con amigas. Hay una amiga de Lola, medio brasilera, que tiene un culo para poner en un marco. ?Sono el timbre? Cuando el departamento esta lleno de gente y musica y humo, Emilio baila en el monton con un vaso en la mano.
Ya parece medio fragil. Hay gente sentada en el piso hablando en grupos. Emilio baila con una chica de rulos y vestido corto celeste. De vez en cuando se rozan bailando y ella levanta los brazos. Se sonrien. Tengo que ir al bano, le dice ella al oido. Emilio la sigue y van juntos al pasillo. Hay cola. ?Esta es la cola para el bano? Una chica de anteojos les dice que si. Se quedan ahi esperando y Emilio le dice a la chica de rulos: Te voy a decir un secreto. La chica lo deja acercarse. Emilio le habla al oido. Ella sonrie y le dice: Esa no la habia escuchado nunca, la que conocia era <
Cuando paran ella dice: ?Vos no estas casado?, te vi el anillo. Si... pero no. Ya la cosa no... Se siguen besando. Me estoy haciendo pis, dice ella. ?Queres que nos vayamos? Dale, contesta ella. Se aprietan en un rincon del ascensor. ?Como te llamas? Emilio, ?vos? Sandra. En la calle Sandra hace pis entre dos autos estacionados. No mires. No miro. ?No viene nadie? No. ?Que haces con un bolso?, le pregunta ella cuando ya estan caminando. Tenia que traer cosas a lo de Franco. ?De donde lo conoces a Franco? De la facultad, hace como diez anos que lo conozco, ?y vos? Es amigo de una amiga. Para que te doy un beso aca que la luz de la calle te pone muy sexy, dice Emilio.
Se besan en la entrada de un edificio y cuando el le empieza a levantar el vestido, ella dice: Aca no. El le dice: Vamos a un telo que hay aca a la vuelta en Arenales. Entran al telo, el paga y buscan el cuarto que les toco. Cierran la puerta por dentro y ella dice con voz de locutora: Bienvenidos a Juntos Hotel, recuerden que... Y una voz grabada dice por el parlante: Bienvenidos a Juntos Hotel, recuerden que contamos con room service, gracias por elegirnos. El la mira sorprendido y se rien. ?Tenes acciones aca? Venia con un novio, no deberia haber hecho eso, estoy muy borracha, me quiero duchar. Nos duchamos juntos, dice Emilio. Ella enciende la luz del bano, pero la apaga porque es demasiado brillante. El abre las canillas y regula la temperatura del agua que sale con mucha fuerza. Emilio le saca el vestido por arriba de la cabeza. Ella lo ayuda a sacarse la remera. Se desvisten tratando de no dejar de besarse, pero no pueden. El tiene que sacarse el jean a los tirones, le queda una pierna atascada y patea el jean hasta que se le sale. Ella se mete en la ducha y el detras. La empieza a enjabonar abajo del chorro.
Le enjabona las tetas, ella se pone de cara a los azulejos, dandole la espalda. Emilio le sube la mano entre los muslos, le hunde la mano entera de canto entre los cachetes con mucho jabon. Sandra, tenes un culo tan paradito y apretado que te meto la mano y me saca el anillo, ?sentis?, dice el asombrado, repitiendo el movimiento. Es como un destapador tu culo. De repente algo sale mal. ?Que paso?, dice ella. El se agacha. Se me cayo, para, no te muevas, prende la luz. ?Me quedo quieta o prendo la luz? Prende la luz, dice el y cierra las canillas. En cuatro patas Emilio busca por el piso de la ducha pero no encuentra nada. ?No te habra quedado en...? !No!, !como me va a quedar a mi!, dice ella. Me parece que se fue por la rejilla, dice el. Trata de mirar adentro de la canilla. ?Tan flojo te quedaba? Si, siempre me quedo medio flojo. Ella se envuelve en una toalla y se sienta sobre la tapa del inodoro, cruzando las piernas, sin decir nada.
?Que hago?, pregunta el desesperado. ?Pero esta ahi? No se, no lo veo. Usa la luz del celular. El busca su celular y con la lucecita alumbra dentro del desague. !Ahi esta! Hay como un codo en el cano y esta justo ahi, lo veo. Bueno, para, dice ella, tranquilizate, vestite y pedi en recepcion que venga alguien. El insiste con que va a poder sacarlo solo. Necesito algo largo, un alambre. Da vueltas por el cuarto buscando algo que le pueda servir. Vestite que me pones nerviosa. ?Vos nerviosa?, ?y yo que? Eh, bueno, calmate, ?no era que ya no iba mas la cosa con tu mujer? ?Y vos que sabes? Vos dijiste. Si ya no estas con ella, dejalo ahi el anillo, ?para que lo queres? No entendes nada, nena. ?Que cosa no entiendo?, ?que sos un careta? Emilio se queda callado y despues le dice: El dia que te cases lo vas a entender, ahora sos muy chica. Bueno, perdona, que tonito sabihondo, dice ella. Emilio la mira.
Quiza con eso que tenes al cuello lo puedo sacar. ?Mi cadena?, ni en pedo, no vas a meter mi cadena ahi. Tiene un ganchito perfecto para sacarlo. No. Emilio se pone los jeans y la remera, revuelve en su bolso, trae las llaves y un botin de futbol al bano. ?Que haces con un botin? Sin contestar, el saca uno de los cordones, saca todas las llaves de la arandela del llavero y la tuerce. Se lastima los dedos, la dobla contra el marmol del lavamanos hasta que queda como una ese y la ata al cordon. Ella se viste y se vuelve a sentar sobre el inodoro cerrado, secandose el pelo y peinandose. No me voy de aca hasta que lo saco, dice Emilio. Con el cordon ya metido en la rejilla, lo baja y sube con una mano mientras con la otra trata de iluminar dentro del cano con la luz del celular. A una amiga una vez se le quedo el auto en un telo, dice ella, cuando volvio al garaje no arrancaba, tuvo que entrar el auxilio. Emilio no contesta. Dice <
Cae un chorro poderoso sobre Emilio, que dice ?que haces? y trata de cerrar las canillas y tapar el desague con el pie. Se oye el portazo de Sandra que se va. Empapado, Emilio trata de que no entre agua por la rejilla, se agacha, mira de nuevo con la luz del celular y dice: Mierda, pendeja hija de puta. Se queda sentado en la ducha, con el jean y la remera mojados. Camina despacio por la calle con el bolso al hombro. Vuelve al departamento donde estaba la fiesta. Queda poca gente. Lo busca a Franco entre los grupitos de borrachos. Franco esta en la cocina. ?Que te paso?, ?esta lloviendo? Emilio le cuenta, hablan un rato. Franco se rie, despues dice: ?Y si mandas a hacer otro? No, se va a dar cuenta, ademas tenia su nombre grabado, los mando a hacer ella. Lo unico que se me ocurre es que le digas que te afanaron por la calle. ?El anillo solo? Y algun documento. ?El celular no? Guarda el chip y deja el aparato aca, dice Franco. No me va a creer, se va a dar cuenta de que no me paso nada, tendria que estar golpeado, asi por lo menos cree que defendi el anillo, si no... Se quedan callados.
Pegame en la cara. No, dice Franco, estas loco. Una sola trompada, dale. No. Pegame con algo, te lo pido por favor. Pegame con la tabla de picar. Emilio insiste, agarra la tabla de madera y se la pone a Franco en la mano. Entra gente a la cocina. Franco los hace salir. Ensayan mas o menos con que envion le va a pegar. ?Estas seguro, no? Si, dice Emilio poniendo la cara, con las manos en la espalda. Franco le amaga un golpe plano sobre la ceja, pero se acobarda por el camino y le pega a medias y de refilon. !De vuelta, mas fuerte, cagon de mierda, dale!, grita Emilio. Franco levanta la tabla y le pega un planazo solido que le da justo en la ceja y el pomulo. Emilio levanta la mano para que no siga.
Tiene el ojo cerrado. La ceja le empieza a sangrar. ?Fue muy fuerte?, pregunta Franco. Esta bien, dice Emilio. Te chorrea sangre, sentate un rato, le dice Franco. Pero Emilio dice que no, y se va. Se vuelve caminando, se mancha con sangre a proposito la remera y el jean. Llega a su casa. Se saca la ropa en el lavadero y la mete en un balde que llena de agua por la mitad. En calzoncillos, se mete al bano, se mira al espejo y se limpia la sangre seca con jabon y papel higienico. Tiene la ceja y el pomulo muy hinchados, pero ya no le sangra. Sale del bano, camina por el pasillo y entra en la oscuridad del cuarto. Cero culpa Cero culpa, le dije a Mayer, pero no es verdad. Y se dio cuenta. Por ejemplo ayer entre en la libreria y vi una tapa de un libro de autoayuda que decia <
Estoy todo el tiempo pensando que pasaria. Pienso en vos y las chicas. Como si me muriera. Vos y las chicas sin mi. Si vos pudieras ver bien como es Simon conmigo quiza lo entenderias. A Mayer el otro dia le conte de esa vez que estabamos en Carilo. Cuando fuimos en agosto con las chicas. Hacia frio y fuimos a la playa con sueter y campera. Caminamos por la orilla. Las chicas y vos iban delante, yo me fui quedando atras. Necesitaba estar un poco sola. Verlos de lejos. Iba mirando las piedras, los caracoles. De golpe veia uno de esos medio rosados, o alguna piedra rara, pero cuando los iba a recoger notaba que no estaban en la posicion en que los habia dejado la marea, sino que alguien los habia levantado y vuelto a tirar en la arena. Lo que yo veia eran piedras rechazadas por ustedes.
A mi me quedaban esas piedras, esos caracoles. No se si Mayer estara esperando que yo pegue el portazo. Nunca sabes lo que estan pensando los psicoanalistas. Quiza no espera nada. Debe querer que resuelva de una vez. Que no llegue tan angustiada. Porque le dije que a veces tengo miedo de despertarme diciendo el nombre de Simon, o decirte Simon a vos. Y ademas me cansa tener el celular en silencio, mandarle mensajitos a Simon encerrada en el bano. Toda la sarta de mentiras que se van acumulando y vuelven como un boomerang. Lo del cine, por ejemplo. Tener que ver la peor pelicula del mundo dos veces. Simon queria ver El codigo Da Vinci porque habia leido el libro. Le dije que si. La daban en el Village Caballito y yo sabia que ahi no me iba a cruzar con nadie, asi que fuimos: cuatro horas de conspiraciones evangelicas delirantes, pero igual me la banque porque Simon antes del final se entro a aburrir y me busco la rodilla, fue subiendome el vestido, me toco y me empezo a dar besos en el cuello, de una manera que jamas hiciste vos, ni siquiera cuando estabamos de novios y nos frotabamos en el auto durante horas con los jeans puestos. Simon me tocaba en el cine diciendome al oido: <
Vicky se rio espantada cuando se lo conte, pero a mi me parece la cosa mas linda que me dijeron jamas. Vicky dice que es una calentura. Lo llama El Mordedor de Saavedra, porque una vez me mordio tan fuerte una teta que me dejo la marca. Te acordas que te dije que tenia una infeccion urinaria. Era para que no se te ocurriera intentar algo y menos que menos meterte conmigo en la ducha a la manana. Tenia la marca violeta de sus dientes abajo del pezon izquierdo. Se la mostre a Vicky en la cocina de casa. Despues se me hizo una nubecita verde que se fue borrando. Si me veias la marca, te iba a decir que me la habia hecho con la puerta del auto. Fue por la misma epoca del cine, cuando las chicas se fueron al campamento y a vos se te ocurrio ir a ver El codigo Da Vinci al Village Recoleta. De las diez peliculas que podiamos ir a ver, te emperraste con que querias ver esa --aunque no habias leido el libro-- porque te la recomendo tu hermana. Despues me dijiste: <
Si lo pienso, creo que todo esto empezo no tanto porque no te soportara mas a vos, sino porque no soportaba mas a la persona que yo era con vos. No soportaba eso en lo que me habia convertido. Entonces, aunque para vos no significara gran cosa, para mi aceptar el trabajo que me ofrecio Vicky en la revista fue una puerta abierta, una manera de salirme de ese rol. Me asustaba mucho. Vos lo minimizaste pero para mi fue un salto al vacio. Fue salirme de mi. Daba un salto con tanto miedo que parecia que dejaba el cuerpo atras. Me costo mucho todo: la adaptacion, las exigencias, los horarios, aunque fueran unas horas a la tarde antes de que las chicas llegasen del colegio. Vos decis que me apoyaste desde el principio, pero bien que tiraste esas frasecitas despectivas cuando te dije que lo iba a aceptar: <
El dia de la nota no supe que las fotos las iba a hacer Simon hasta que lo vi aparecer en el restoran cuando yo terminaba de entrevistar al dueno. Si me esperas que haga las fotos te llevo, me dijo. Y me llevo de vuelta en su auto, un Renault medio abollado. Eso me encanto. No es obsesivo con su auto. Lo usa. Lo tiene mas o menos limpio, pero no esta pendiente de los rayoncitos y ojo aca y ojo alla y mejor lo estaciono yo. Volviendo a la redaccion, me pregunto: --?Vos estas casada, Laura? --Me gusto que supiera mi nombre. --Si. Tengo dos hijas. Clara de catorce y Juana de once. --?Pero a que edad te casaste? --A los veintiuno. --Ah, eras una nina. --Era chiquita, si. ?Vos tenes hijos? --le pregunte.
--Tengo una hija, de cuatro anos. Dafne se llama. Pero no vivo con la madre. --?Y con quien vivis? --Con el padre --me dijo y me hizo reir--. Vivo solo, o sea que vivo conmigo, y ya eso es bastante complicado. Simon manejaba bien. Me fije porque Vicky dice que mira como maneja un tipo y sabe como coge. Bueno. Simon maneja con pleno control del auto, agarra firme el volante, no se pone nervioso, no quiere hacer diez cosas a la vez. Parece hasta disfrutar manejando. Por ahi se zarpa y acelera pero no pretende ir mas rapido que el trafico. No va haciendo finitos, ni sobrepasa histerico a los otros autos. Maneja fluido. No se bien como explicarlo. Frena poco, porque parece prever las zonas de las avenidas que se congestionan, entonces pasa, sigue, no se detiene, fluye.
Y toma las curvas con tiempo, anticipa que los colectivos lo van a encerrar. Nadie lo jode en la calle. No le echa la culpa a nadie. Vos, en cambio, tocas bocina, puteas, te crees que el trafico es un complot en tu contra.
.
Y nuestros rostros, mi vida, breves como fotos
Para leer y descargar el libro "Breves amores eternos" puedes hacerlo gratis aquí.
libro breves amores eternos