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Bandido Domado
Corre el ano 1988 y hace veinte que Tadek vive en Israel, donde llego de nino con su madre, obligada a huir de Polonia a causa de un marido carismatico, alcoholico y violento que suscitaba entre sus hijos una esquizofrenica mezcla de admiracion y terror. Ahora, la mujer de Tadek lo ha abandonado llevandose al hijo que tienen en comun y la fatidica repeticion del destino de su padre, condenado a la soledad, lo sume en una profunda crisis. Siguiendo un impulso, Tadek vuelve a su Polonia natal para reencontrarse con su progenitor, quiza por ultima vez, y observarlo con los ojos de un adulto. Decidido a dejar atras para siempre todo lo que representa su padre, Tadek emprende un inesperado viaje con el--ya fragil y decrepito, pero no menos abusivo--en busca de una incierta reconciliacion que los obligara a afrontar juntos los fantasmas del pasado.
Bandido
2020 FICCION COMTEMPORANEA
Un gran estruendo me arranca del sueno profundo golpeandome el rostro como un punetazo y me despierta. Tengo la respiracion agitada. Abro los ojos. La habitacion esta a oscuras. Una figura negra, borrosa se escabulle por la puerta abierta. Me arde la cara. El silencio es demasiado absoluto, siniestro. Me levanto de un salto, agarro una barra de hierro que tengo bajo la cama y salgo disparado hacia el dormitorio del nino. Llego corriendo a la habitacion, enciendo la luz: la cama esta vacia y ordenada, algunos juguetes tirados por el suelo, la ventana abierta. Me subo al antepecho y salto al pequeno jardin donde reina la quietud nocturna. Sin embargo, veo la figura negra aparecer y desaparecer, emerger por un instante y esfumarse de nuevo. Corro tras ella blandiendo la barra de hierro. Noto los musculos tensos, me duelen, y para aliviar la tension me pongo a golpear cosas con la barra de hierro: el suelo, la mesa de madera, el murete de piedra. Arrojo una silla, vuelco la carretilla y las plantas, hago caer cajas, trastos de hierro, pedazos de muebles, lenos. Regreso corriendo a casa.
Corro de habitacion en habitacion encendiendo las luces. No esta, la figura negra no esta. La casa esta vacia. Al parecer se ha ido, se ha ido llevandose al nino. Abro el frigorifico, cojo un botellin de cerveza y lo abro con los dientes porque el cuerpo todavia me tiembla y los dedos no consiguen asir el abridor. La trago entera a grandes sorbos y me calma un poco. !Como odio dormir! Enciendo un cigarrillo. Miro el reloj. Las cuatro de la madrugada. Puedo respirar tranquilo, la manana esta demasiado cercana y ya no hace falta que regrese a la cama. Salgo al jardin y en cuanto se me calma la respiracion comienzo a ordenar el desastre que he hecho antes. Dentro de una hora empezara el alba a pintar con una linea fina y clara el horizonte. Los primeros pajaros se pondran a gorjear y la luz suave, consoladora, de la manana me abrazara. 1 --Estoy harta de esta vida de perros--dijo ella--, me mato a trabajar para manteneros al nino y a ti, aunque no hagas de marido ni de padre. Nos obligas a vivir en tu delirio y te pasas el dia compadeciendote.
--Yo friego los platos--me defendi--y cuido del jardin. --?Cuando te has ocupado del jardin ultimamente? Parece un vertedero. --Ahora no es la estacion. Estoy esperando a que llegue la primavera. --?El fregadero tambien espera la primavera? --No, espera la noche, friego los platos por la noche. --Haz lo que te venga en gana, friega de noche, espera que llegue la primavera, pero desde hoy lo vas a hacer solo. No estoy dispuesta a mantener a un parasito que no pega golpe, que se pasa el dia fumando, bebiendo y culpando a todo el mundo de su impotencia. --Sabes lo dificil que es ganarse la vida con mi profesion. --Pues cambia de profesion. --Imposible cambiar de profesion a estas alturas. --Pues entonces escribe de una vez. Llevas anos diciendo que lo vas a hacer, pero del dicho al hecho... --Intento ganar dinero, pero no tengo tiempo. --Tampoco escribes cuando lo tienes, te limitas a dar vueltas con cara de pocos amigos. Al menos podrias ganarte la vida. --Lo intento.
?Que quieres, que haga de camarero? --Yo ya no quiero nada de ti--susurro con voz aspera, profunda. Cogio al nino y se largo. Yo me quede en el jardin desde el que se veia el uadi y los tejados rojos de las casas del barrio construido en la pendiente, contemplando su nuevo coche de trabajo ultimo modelo rodar cuesta abajo por el sinuoso camino de tierra, subir a la carretera, unirse a los escasos vehiculos y desaparecer. Segui un buen rato alli como un pasmarote. Luego entre en la cocina, me prepare una taza de cafe, sali de nuevo al patio y encendi un cigarrillo. Solo. Como cualquier otro dia: ella iba al trabajo, el a la guarderia o con la ninera. Volvian a casa a primera hora de la tarde, juntos, y era ella quien se ocupaba del nino, jugaba con el, le daba de cenar, lo banaba y lo dormia. Yo seguia con mis cosas como si ellos no estuvieran alli. A veces le llevaba algo que ella me pedia o una taza de te. A veces hablaba un poco con el, le contaba un cuento gracioso o le leia un libro. Pero las pocas veces que intentaba sumarme a sus juegos ella me reganaba diciendo que era demasiado brutal y violento, que no estabamos en uno de los barrios pobres de Polonia en los que me habia criado y que asustaba al nino. Solamente salia al jardin con el los dias festivos, cuando ella se quedaba en la cama hasta tarde leyendo los periodicos. Nos dedicabamos a jugar a pelota o a lanzar piedrecitas a los gatos que venian a robarle la comida al nuestro. Cavabamos y plantabamos semillas en el jardin yermo donde a duras penas brotaba algo.
Luego, cuando ella se levantaba y lo llevaba a casa de amigos, de su hermana o de su madre, yo me quedaba en casa y respiraba aliviado. Pero el silencio que invadio entonces el jardin y las habitaciones de la casa no era de ese tipo. Parecia como si la presencia de ella y del nino hubieran sido abducidas de aquel lugar donde habiamos vivido juntos demasiados anos. El vacio que me rodeaba se lleno de pronto de un dolor desesperado y una enorme ansiedad. No era nostalgia, todavia no, porque habia esperado que se marchara desde hacia mucho tiempo, pero no habia previsto que si lo hacia llevandose al nino, tras su desaparicion me ahogaria el silencio. Cogi el coche y me fui a visitar a mama sin llamar para avisarla de que iba. --?Ocurre algo?--me pregunto en cuanto me vio aparecer. --?Como lo sabes? --Porque has venido por iniciativa propia. --Me ha dejado. Ha cogido al nino y me ha dejado. --No me sorprende, pensaba que lo haria mucho antes. --Y tras meditar unos instantes, anadio --: ?Como os iba en la cama? --Nada del otro mundo. --Pues mejor que se haya marchado. Cuando va bien en la cama, todo termina por arreglarse, pero cuando va mal, no hay nada que hacer. Entre en el salon donde justo en medio habia un caballete con una tela en la que mama habia trazado unas gruesas pinceladas a lo largo y a lo ancho.
El caracteristico olor del oleo impregnaba la habitacion. --?Que pintas?--le pregunte. --No es cosa tuya--me contesto desde la cocina--. De todos modos, puedes ahorrarte tus criticas. --Solo digo la verdad, mama, eso es todo. ?Te he interrumpido? --Si. Sientate, ya voy. Me sente. Y de pronto me entraron ganas de que me invitara a cenar. Hacia muchos anos, de hecho desde que me marche de casa, que no cocinaba para mi, aunque, a decir verdad, no lo habia echado de menos. A veces, cuando ibamos a visitarla, preparaba algo para el nino, y cuando veia al crio luchando con un filete empanado reseco o un pedazo de carne cocida, recordaba como odiaba su comida. Mama aparecio en el salon llevando una bandeja con dos tazas de te y unas galletas. Tomamos el te. Estaba claro que esperaba que me largase. --?Que vas a hacer?--me pregunto.
--No se. Creo que lo mismo que he hecho hasta ahora. --?Veras al nino? --Seguro que si. Miro el reloj, el caballete, y luego poso los ojos un buen rato en la ventana. Cuando el atardecer empezaba a oscurecer el firmamento coloreando el aire del salon de una luz azulada, a mi madre empezaron a rugirle las tripas. Yo esperaba que se rindiera y me invitara a quedarme, que me preparase aunque fuera un huevo pasado por agua, una tostada, cualquier cosa, y que me la trajera a la mesa, se sentara a mi lado y me observara comer e incluso me preguntara si me gustaba. Pero, por el contrario, cogio el telefono, llamo a una de sus amigas y hablo con ella en voz bien alta mientras me lanzaba miradas como si quisiera dejar claro que ya habia hecho su papel y podia irme. --?Una tortilla?--pregunte por fin. Ella asintio con la cabeza sin interrumpir su conversacion. Fui a la cocina y prepare una ensalada. Saque quesos del frigorifico, arenques, un embutido polaco con aspecto un tanto pasado y prepare una gran tortilla para los dos con pedacitos de embutido. Mama comio en silencio mirandome de reojo de vez en cuando. --Te debes sentir realmente como una mierda, porque desde nino no me habias preparado una tortilla. --Ni tu a mi. --Porque ya sabes prepararla solo.
Cuando terminamos de comer nos fumamos otro cigarrillo. --Pronto sera tu cumpleanos--dije. --?Cuando?--pregunto alarmada. --Dentro de unos dias. --Si--contesto sin anadir nada mas. Luego me fui. En casa me esperaba una larga noche sombria y vacia, y regrese con mucha inquietud. Me sente en el patio, abri un botellin de cerveza anorando a mi hijo, sus gritos de alegria, las risas que llegaban del cuarto de bano cuando mi mujer lo banaba, los llantos cuando, aunque cansado, se resistia a acostarse luchando contra el sueno, como si temiera que en caso de abandonarse a el jamas volveria a despertar. Pataleaba, chillaba, balanceaba la cabeza de un lado a otro hasta que el sueno dominaba su cuerpo y poco a poco bajaba la guardia. Finalmente, como el condenado que se resigna a su muerte inminente, se dejaba dominar por el sueno, se entregaba, y yo nunca intente ayudarle. Para mi mujer todo habia estado siempre claro y ordenado: habia una hora para levantarse por la manana, una hora para almorzar, una hora para el bano y otra para acostarse. A ella no le impresionaban los lamentos, las pataletas ni los gritos que lo despertaban en mitad de una pesadilla: el nino esta cansado y debe dormir, no sabe lo que le conviene. Pero yo tambien odio dormir a causa de las horribles pesadillas que olvido justo al despertar. Primera noche sin mi mujer y el nino. Las estrellas parecian apagadas y el negro firmamento me aplastaba.
De repente desee una sorpresa, que los faros de un coche remontaran el uadi e iluminaran el oscuro camino, sin embargo no llego nadie. Hacia mucho que me habia distanciado de los pocos amigos que tenia y los otros, esos a los que llamabamos <
Recorde la aspereza de su abrigo de lana en el rostro. Me habria gustado alzar los ojos y mirarle a la cara, pero no me atrevi, quiza porque temia que los momentos que componian el recuerdo estallaran en fragmentos. Gotas de sudor me resbalaban por la frente y las sienes, y me hacian arder los ojos. Me seque la cara con la camiseta y volvi a mirar de nuevo hacia atras en busca de un instante determinado hasta que lo encontre: papa estaba en mitad de la sala con su enorme cuerpo erguido tocando el violin. Aunque no recordara que tocaba, ya por entonces la musica que producia al tocar el fragil instrumento entre sus brazos fornidos contrastaba absolutamente con su aspecto. Lo descubri tocando el violin una de las mananas en que me desperte tarde. Las notas se colaban a traves de los tablones del suelo de la habitacion. Descendi con cuidado de la cama y me apresure hacia las escaleras. Las baje con cuidado porque en aquel entonces era pequeno, mas que mi hijo ahora. La melodia del violin aumentaba cuanto mas me acercaba a la planta baja y alli lo encontre, tocando con los ojos cerrados, acompanando con el cuerpo los movimientos del arco. Nunca hasta entonces lo habia visto tocando el violin. Los gruesos y toscos dedos en sus enormes manos se movian con agilidad por las cuatro cuerdas tensas del violin produciendo una melodia que terminaba en una larga nota sostenida. Luego quedo en silencio unos instantes, respiro profundamente y abrio los ojos. Sonrio al verme y, sin mediar palabra, dejo a un lado el violin, me levanto tomandome con ambas manos y me coloco en una silla. Cogio el violin de nuevo y me puso el arco en la mano.
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No te fies de un bandido
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